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baloncesto

Tovarich Miguel

El técnico vigués cuenta por victorias sus partidos desde la llegada al Ekaterinburg ruso aunque sabe que su temporada se medirá por lo que suceda en la Final Four de la Euroliga

Miguel Méndez da instrucciones en un partido.

Miguel Méndez lleva dos meses en una plaza en la que el éxito y el fracaso se miden en base a los títulos con los que se cierra la temporada. Ha llegado a otro nivel en el escalafón de los técnicos. En el Ekaterinburg la nota del actual ejercicio la pondrá la Final Four que se disputará en Sopron (Hungría) el fin de semana del 20-21 de abril para la que se clasificaron tras arrollar al Praga, campeón de hace tres temporadas. Allí le espera el Dynamo Kursk del seleccionador Lucas Mondelo en las semifinales, el choque que marcará el éxito o el fracaso de buena parte de la temporada: "Soy consciente de dónde estoy. En Ekaterinburg si no estás en la final es un fracaso y si la pierdes, una decepción. Lo asumo aunque es un equipo que en quince años solo ha ganado esta competición dos veces. Pero soy consciente de la plantilla que

El nuevo nivel en el que se mueve el técnico vigués se puede comprobar esta semana. Ayer por la tarde llegaba a Italia para disputar un par de partidos amistosos aprovechando que no hay Liga en Rusia: "Tengo catorce jugadoras en la plantilla y por la reglamentación rusa cada en cada partido de Liga tengo que dejar a tres en la grada que son titulares de equipos de la WNBA. Y claro, es gente que tiene menos ritmo y que voy a necesitar en la Final Four. No podía permitirme que estuviesen paradas tanto tiempo hasta finales del mes de abril y por eso hemos organizado un par de partidos en Italia contra buenos rivales, para aprovecharlo".

Méndez, que ha ganado los once partidos disputados hasta el momento (siete de la Liga Rusa y los cuatro de Euroliga), no se esconde cuando tiene que retratar a su equipo: "Ya sé que a los entrenadores siempre nos gusta poner pegas y matizaciones sobre lo que tenemos a nuestra disposición, pero yo admito claramente que mi equipo es un equipazo. Roster como el nuestro solo lo tiene posiblemente el Kursk que perdió contra nosotros el pasado fin de semana pero llevaba cuarenta victorias consecutivas y es el actual campeón de Europa. Yo tengo a Messi y Cristiano en mi equipo por decirlo claramente".

Por primera vez en su carrera Miguel Méndez agarró un equipo a mitad de temporada. Acostumbrado a dirigir desde el verano, esta vez llegó a un vestuario ya montado y con unos hábitos y unas ideas asimiladas de su predecesor: "Ha sido bueno el proceso. Aún estamos en ello. Estoy en un equipo con un nivel extraordinario y ahora el trabajo es gestionarlo, conseguir que jueguen juntas. Ese es el gran objetivo, que la mejor plantilla se convierta en el mejor equipo. Ahora mismo es una cuestión más de convencerlas que de dirigirlas, que entiendan que todas tendrán su oportunidad, que hay que tener paciencia. Todos tratamos de ajustarnos unos a otros". Lo mismo le sucede con los ayudantes, heredados del entrenador anterior: "Pues lo mismo que con las jugadoras, conociéndonos. Son buena gente y sobre todo buenos profesionales. Mi primer asistente también lo es del equipo campeón de la WNBA, el preparador físico también lo es de la WNBA...ese es el nivel. Entre la mentalidad de los rusos, la de los técnicos de Estados Unidos y la española que represento yo, del Calvario para más señas, tenemos que hacer un cóctel perfecto. Y no es sencillo, no es una tarea de un día. Requiere un tiempo y para mí es un asunto delicado porque no quiero deshacer lo que estaba bien hecho, pero al mismo tiempo ir evolucionando y dando pasos hacia la idea de equipo que yo tengo".

En Hungría buscará su segunda final de la Euroliga (la primera fue con Rivas) aunque admite que "es la primera vez que llego con el cartel de favorito. Disfruto de esta situación, de estar en un equipo con este nivel de organización a todos los niveles. Cómo vivimos, cómo entrenamos, como viajamos que creo que hay pocos equipos de la ACB que puedan tener las condiciones de trabajo que yo tengo en Rusia..."

La cara B de esta historia es la distancia con la familia, de la que siempre cuesta separarse: "Soy una persona muy familiar, muy de mi entorno y no es fácil. Mi familia ha asumido que si quiero seguir trabajando en esto no tengo más remedio. Una vez que sales de Vigo hay que ir al sitio donde más oportunidades tenga. La familia lo ha aceptado. Mi mujer es la gran heroína de esto porque además de trabajar lleva el peso de todo en casa y es esencial en este proceso". Seguirá en Rusia (tiene firmado contrato para lo que resta de temporada y la próxima) sin hacer cambios a nivel familiar: "Los entrenadores vivimos muy día a día y no es cuestión de mover a la familia de su entorno".

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