Y a la octava carrera de la temporada, cuando menos podía esperarse, cuando toda esperanza parecía perdida, Fernando Alonso sumaba los primeros puntos del año para McLaren-Honda. El asturiano no había logrado superar el sábado la primera criba en la sesión de clasificación en el complicado circuito azerbaiyano de Bakú, con un sector pleno de curvas ratoneras y otros dos con dos rectas enormes y rapidísimas, y los múltiples cambios realizados en el motor de su monoplaza le habían llevado, además, a la última plaza de la parrilla.

Pero desde ella, adelantando a quienes podía adelantar (los Sauber de Ericsson y Wehrlein), saltando los múltiples obstáculos salpicados por la pista y, sobre todo, eludiendo problemas gracias a una conducción inmaculada, Alonso lograba finalizar en novena posición para sumar los dos primeros puntos de la campaña. Un botín mínimo para un doble campeón del mundo, pero inmenso en los tiempos actuales en los que se trata no tanto de demostrar lo que se puede hacer con lo que tiene entre manos -el motor Honda da para lo que da- sino de lo que podría hacer con un propulsor en condiciones. Promoción de cara al futuro.

Fernando Alonso fue noveno, inmediatamente por detrás de Carlos Sainz, en la carrera más loca, movida, peleada y accidentada del curso. De muchos años. Una carrera ganada por el australiano Ricciardo, quien tras salir décimo en la parrilla daba a Red Bull su primer triunfo del año para acabar con el duopolio Ferrari-Mercedes, quienes se había repartido hasta ahora los triunfos, y en la que el finlandés Bottas (Mercedes) se hacía con la segunda plaza del podio al superar en la mismísima línea de meta al canadiense Stroll (Williams). Alonso, en los puntos saliendo desde el fondo de la parrilla; Ricciardo, vencedor desde la décima plaza; Bottas, segundo después de un doble incidente con Raikkonen en la primera vuelta que le llevó a la cola del pelotón, y Stroll, que pese a la decepción final se ganaba una plaza en los libros de estadísticas al convertirse en el segundo piloto más joven (18 años y 165 días) en subir al cajón del "Circo", fueron los grandes ganadores de una carrera que tuvo al británico Lewis Hamilton como el gran perdedor.

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El de Mercedes, que el sábado hizo historia con su 66.ª pole, superando la marca de Ayrton Senna para quedar a dos del récord absoluto de Michael Schumacher, lo hizo todo para ganar en Bakú pero el destino le jugó una de esas acciones incomprensibles que pueden decidir un campeonato. Tras ser líder firme en los dos primeros tercios de la carrera, aguantando los coches de seguridad, una bandera roja que paralizó media hora la prueba y hasta la embestida de un encolerizado Vettel que se hizo merecedor de la bandera negra (expulsión) pero a quien su pertenencia a Ferrari le permitió solventar el incidente con una mínima sanción de 10 segundos, Hamilton se vio obligado a realizar una visita extra a su garaje para afianzar el reposacabezas de su monoplaza, que, mal encajado al reanudarse la carrera tras la bandera roja provocada por el accidente de Kvyat en la vuelta 22, corría riesgo de soltarse. Un accidente del que no se tenía conocimiento hasta ahora en los anales de la Fórmula 1.

Quince años sumando

Ese paso por el garaje condenó a Hamilton a terminar quinto por detrás de Vettel, quien así eleva a 14 puntos (153 por 139) su ventaja al frente de la general. Una clasificación en la que Alonso, que llegó a rodar en quinta posición (vuelta 32 de las 51 a las que se disputó la carrera), suma sus dos primeros puntitos del año. Y van quince años seguidos sumando desde que en 2003 lograra inaugurar su palmarés con Renault. Quince años seguidos entre los mejores (sólo Schumi, con 16, y Button, con 17, por delante).