Con el magisterio de Aaron Ramsey y la velocidad de Gareth Bale, Gales destrozó a Rusia y logró una goleada (3-0) que le catapulta a octavos como sorprendente líder del grupo B.

Entre el centrocampista del Arsenal y el atacante del Real Madrid, que ya suma tres goles en otros tantos partidos, han llevado a la selección galesa a una instancia impensable hasta hace poco y han vengado a la generación anterior, que, liderada por Ryan Giggs, se quedó sin acudir al Mundial tras una repesca con Rusia.

Y es que el único encuentro que le había ganado Gales a Rusia fue hace más de medio siglo, en 1965. Lo que entonces fue un milagro, hoy es la consecuencia lógica de la diferencia que hay entre un conjunto pequeño, pero entusiasmado, que pone todo al servicio de sus estrellas, y un gigante que se ha dedicado a dar bandazos sin sentido y no tiene plan a dos años de su Mundial.

Porque, mientras el equipo de Chris Coleman llegó a Toulouse con una idea clara de lo que quería y cómo conseguirlo, el de Leonid Slutski sólo pretendió entrar en el partido cuando lo tuvo perdido.

Gales no es el colmo de la finura, pero emociona. Pone a todo el equipo a disposición de Aaron Ramsey y Gareth Bale y del juego de los dos vive el resto.

Contra esta indefinida selección rusa le sobró para resolver el partido y la clasificación en 20 minutos, ayudados por la pésima salida de balón del rival. Dos robos, dos pases rápidos y goles de Volkes y Taylor.

Y al contrario, los de Slutski ofrecieron todo tipo de espacios para que Ramsey lanzara a Bale y las carreras del madridista sembrasen el pánico en todo el conjunto ruso menos en Akinfeev, que le aguantó hasta cuatro manos a mano. En el segundo tiempo sí encontró al fin el premio a su perseverancia y anotó por tercer partido consecutivo.