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baloncesto - Liga Femenina 2

Es el Celta, más madera

El club, obligado a intensificar la producción de canteranas para paliar la "fuga" de talentos

Paloma González. // Marta G. Brea

Ángel Coello abandona el Celta Zorka a los 19 años. Disputará la competición universitaria estadounidense con la Winthrop University de Charlotte. Raquel Carrera, de 14, ha sido declarada mejor jugadora del Campeonato de España cadete. Dos noticias que compendian la existencia del club en este punto concreto de su historia. La fábrica celeste nunca se detiene. Le cuesta, sin embargo, disfrutar en plenitud de los talentos en cuya formación invierte sus energías. La ilusión pesa más que la frustración, aunque el director deportivo, Carlos Colinas, admite: "A veces te planteas interrogantes, si compensa o no".

El Celta giró hacia la juventud hace ya una década, cuando captó a promesas foráneas como Alba Torrens o Laura Nicholls, hoy consolidadas entre las mejores del continente. "La idea era aprovechar sus primeros años profesionales. Teníamos prestigio, metodología, entrenadores... Y de esa forma estaban a nuestro alcance a nivel económico", recuerda Colinas. Después, la entidad decidió bajar a Liga Femenina 2 como medida de supervivencia. La política de juventud se acentuó, pero especializada en lo propio, en la cantera.

La dedicación a las categorías inferiores ha empezado a eclosionar. En el final de proceso, los responsables celestes se plantean en el caso de sus mejores valores un ciclo formativo de dos a tres años y otro de igual duración en el que la jugadora ya rinda como sénior, rentabilizando el trabajo. Es aquí, en esta segunda parte, donde el plan se interrumpe o encasquilla.

María Araújo decidió mudarse a la Liga Femenina, aceptando la propuesta ferrolana, antes de lo que el Celta preveía o deseaba. Pero no es ya la competencia con clubes de superior categoría o presupuesto. "En España el sistema educativo impide competir a gran nivel y estudiar a la vez", se lamenta Colinas. "Mientras esto no cambie, no sé si merece la pena formar jugadoras. Es algo que organismos como el CSD deberían analizar".

Estados Unidos se ofrece en la actualidad como una salida atractiva. Existen empresas que escrutan España en busca de deportistas en formación y les gestionan becas universitarias al otro lado del Atlántico. Coello, por ejemplo, estudiará una mezcla de educación física y fisioterapia que no está homologada en España. Tampoco el nivel de la competición femenina interesa en exceso para su progresión. "Pero es una gran experiencia vital y contra eso no podemos competir", se resigna Colinas. "Aunque te vas mentalizando de que las vas a perder, es duro". Gaila Comesaña está evaluando una posibilidad similar a la de Coello.

No es una dinámica que afecte exclusivamente al Celta. María Araújo, más enfocada hacia su carrera baloncestística, jamás mostró inclinación por la opción americana. Sin embargo, once compañeras de generación en las selecciones inferiores españolas estudian en universidades estadounidenses. El deterioro del deporte profesional, especialmente el femenino, invita a centrarse en otras apuestas de futuro.

El Celta Zorka pretende regresar a la élite. Necesita un núcleo consistente y duradero en la plantilla sénior para conseguirlo. Colinas revela su remedio contra las incertidumbres de la época: "Sacar más cantidad de jugadoras. No todas se van a ir".

La fábrica no frena su producción. Son varias las jugadores que descollan en el vivero. Las convocatorias internacionales del pasado verano sirven de muestra. Marta Canella (U-20), María Araújo (U-18) y Coello (que estuvo en la órbita de la U-17) tienen herederas: Paloma González (U-16), Raquel Carrera (U-15), Alba Souto y Cristina Fernández (U-14) y Noa Padín (U-13).

Paloma Sánchez es a sus 17 años el genio de la cantera celeste. Una base creativa, de grandes cualidades técnicas y físicas, que ya ha tenido sus minutos con el primer equipo. Las lesiones la lastraron en el pasado ejercicio y aún debe asentar su capacidad de dirección. La pontevedresa Alba Souto es lo contrario: una base cerebral, capaz de procesar el juego con celeridad mental, y que deberá afinar todos sus recursos para sobrevivir a su escasa talla. Cristina Fernández, de 14 años como Alba, mide 1.76, es zurda y seguramente acabe estabilizándose como tres. La infantil Noa Padín tiene como base el estilo de Paloma, pero con superior estatura. A los 13 años ya mide 173 centímetros.

El reciente Campeonato de España cadete contribuye a impulsar a Raquel Carrera. La ourensana se mudó el pasado verano a Vigo becada por el Celta. Una decisión que retrata su compromiso con el baloncesto. En estos escasos meses en el club ha demostrado su capacidad de liderazgo. Posee buena cabeza y buen físico, muy atlético. En cuartos de final del reciente torneo nacional, en la derrota ante el Sant Adriá por 61-64, firmó 31 puntos, 18 rebotes y 49 de valoración. "Tiene un gran margen de progresión", destaca Colinas, que de sénior la imagina de cuatro.

Jugadoras muy diversas, aunque la metodología celeste las equipara en competitividad, acostumbrándolas a competir con rivales de mayor edad. Hay más bullendo en Navia, en abundancia salvo en pívots, el gran hándicap, aunque Laura Andreu, 182 centímetros con 11 años y una proyección de 190, apunta a torre en la zona.

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