Ganó el Blusens Networks en ese breve instante entre golpes, francos o de castigo, que fue su encuentro con el Eibar. Rugby interruptus en As Lagoas, frustrante en el freno de las ansias. Los locales se consolaron de la aspereza con el premio máximo. Victoria y bonus ofensivo, cinco puntos para instalarse con comodidad en la clase media alta. Parece su zona natural. Quizás Zarautz y especialmente Burgos queden fuera de su alcance. Se verá.

El XV del Olivo sobrevivió además a la ausencia de Maka Tatafu. El tongano, reubicado como ocho, es el gran finalizador. Su empuje derriba murallas. "Tryman" de toda la División de Honor el año pasado, en las dos primeras jornadas ya había acumulado tres ensayos. La médico del equipo le comendó reposar de sus molestias en los isquios. Según el delegado, Manolo Lago, leyenda viva del Vigo Rugby Club, "Turbo" en sus tiempos, es el primer partido sin extranjeros que el equipo ha disputado en una década. A Tatafu se le espera apto en la próxima cita.

Con Muñiz retrasado a la tercera línea para suplir a su compañero, el Blusens se sintió superior desde el inicio. Demasiado. La facilidad en el ensayo inicial de Moure les confundió. Equivocaron el plan de juego. Perdieron ese punto de intensidad que todo encuentro necesita.

Vigueses y vascos se ametrallaron los errores mutuamente. Exploraron todas las posibilidades sancionadoras del reglamento. La menor calidad técnica en Honor Plata se tasa en las infracciones, más de impericia que de malicia. Mauls mal construidos, avants, fueras de juego, retenidos. Placajes suaves y manos blandas. Se le suma un árbitro excesivamente pedagógico, con ganas de convertir cada señalización en una clase magistral. Ese juego a trompicones benefició al Eibar, que se fue al descanso ganando 10-12. Aunque con el recuerdo del segundo ensayo vigués, una cabalgada de Uru desde su propia 22. Uru ejerce de apertura por necesidad. El alma de zaguero le exige galopar en las escasas ocasiones que ahora tiene.

Aunque el Eibar elevó su ventaja hasta el 10-17, el Blusens manejó mejor los tiempos en la reanudación. Fue inclinando el campo a su favor de forma natural, paso a paso. Con la doble oposición de los voluntariosos eibarreses y de sus propias debilidades. El Blusens no se encontraba cómodo en la melé. Y soporta como gran lastre la carencia de un pateador fiable. El primer fallo destruyó la confianza de Uru. Ninguna alternativa resulta efectiva. Eso permitió al Eibar recurrir a las faltas como sistema defensivo. Al punto que el árbitro debió penalizar a los visitantes con algún ensayo de castigo.

El XV del Olivo no se desesperó. Fue su mejor virtud. Supo enlazar fases hasta que Redondo completó la remontada. Quedaban todavía diez minutos de sufrimiento. Filgueira, en un error de ternura, recibió la amarilla en el minuto 75, igualando las alineaciones -Meabebasterretxea se había ido al sin bin en el 69-. El Eibar se introdujo en la 22 viguesa. Un line out robado, una buena patada defensiva de Riveiro y un avant vasco resolvieron el agobio.