Berizzo probó a caminar en dirección contraria para llegar al mismo destino y tuvo éxito. El entrenador argentino planteó esta vez un encuentro de menos a más. No de salida fulgurante, como suele, sino de contención, trabajo y zapa. El Celta se comportó con sobriedad en el primer tiempo y esta vez llegó con energías ahorradas al tramo roto del partido. Ganó con su cuota de casualidad, suerte y portero, elementos que ahora mismo sonríen al equipo. Ahora llega por fin una larga semana de ocho días para recuperar el brío.

alimento en la basura

El Celta sólo había disputado hasta ahora partidos hermosos, tanto por el despliegue propio como por el del rival. Pero cualquier objetivo liguero exige saber también encontrar el alimento en la basura. Ayer se palió un poco las inclinaciones ingenuas de la escuadra. No por la victoria, que es la ocasión aprovechada, sino por la protección del empate, que se estaba efectuando con oficio. Un pero: el Celta regaló demasiados balones y demasiadas faltas a un rival sin más recursos que el contragolpe corto y el golpeo de sus lanzadores.

fuera de ritmo

Berizzo está invirtiendo mucho en Pablo Hernández, sobre todo por lo que deja de invertir en otros como Madina. Al técnico le puede un poco la ansiedad de probar la valía de su recomendación. Al centrocampista chileno le falta el ritmo. Paga la lesión de pretemporada y su primera mudanza al fútbol europeo. Muestra calidad al contactar con el balón. Pero contacta poco. Le cuesta hacerse frecuente.

zona de crecimiento

Albácar es uno de los grandes especialistas en jugadas a balón parado de la Liga. Casi el mejor recurso del Elche en su plan de salvación. Y el Celta, si bien concedió demasiadas faltas laterales, sobrevivió a ellas con bastante solvencia. Este partido y el derbi parecen probar que Berizzo trabaja bien este aspecto y que lo sufrido en el Calderón obedece más a las cualidades del Atlético que a los defectos celestes.

Relación a distancia

Cuando Valdano hablaba de la necesidad de que los jugadores creen sociedades -la mejor suya fue la más inesperada, entre Amavisca y Zamorano-, difícilmente habría pensado en dos que habitan en bandas contrarias. Nolito y Orellana han construido una maravillosa relación a distancia, con o sin intermediarios, según les interese. Cada uno conoce perfectamente los movimientos del otro. Se efectúan visitas ocasionales, llamándose al timbre. Y si no pueden verse, se mensajean. Nolito tiene una especial habilidad para detectar el desmarque en ruptura de Orellana a la espalda del lateral y servirle pases diagonales.

sistema de gestión

Luis Enrique invirtió en un sistema planificado, que repartió esfuerzos durante la temporada y mantuvo a todos enganchados. Berizzo es más convencional: once inicial y se sustituye al que flaquee. Quedaba el interrogante de qué pasaría al introducir rotaciones. El juego no fluye igual, pero al menos la escuadra se sostiene.