La vuelta de Roberto Trashorras a Balaídos ponía la dosis de morbo al encuentro entre Celta y Rayo Vallecano. El lucense regresó por la puerta grande a la que fue su casa, ganando claramente la batalla a Borja Oubiña. El recibimiento que le tributó la grada de Balaídos fue frío, con algún abucheo incluido.

La marcha del de Rábade no dejó indiferente a nadie en su momento. Amado y odiado a partes iguales, solo terminó por cuajar del todo en su última temporada en Vigo. Las dos partes, por separado, alcanzaron finalmente su objetivo, de jugar en Primera División.

Sobre el terreno de juego, Trashorras impuso la pausa que le caracteriza en contraste con la precipitación de un Oubiña que no encontró su sitio en ningún momento, en la línea de todo el equipo celeste. El momento que viven ambos conjuntos se personificó en ellos dos.

Ha entendido el rayista a la perfección las directrices de Paco Jémez, que ha conseguido lo que en Vigo no pudieron sus entrenadores: jugar en el doble pivote a plenitud de condiciones. El lucense está viviendo su mejor temporada como profesional. Al lado de Javi Fuego lidera a un Rayo Vallecano que es una de las revelaciones del campeonato y que demostró ayer en Vigo que la diferencia de puntos no es casualidad.

Trashorras manejó los hilos, ayudando a completar la aseada salida de balón de su equipo desde atrás o haciendo daño en línea de tres cuartos, sin un marcaje muy fiero que le incomodase en exceso. Brilló más en la primera mitad, guardando más la ropa tras el descanso. En el minuto 4 dio el primer disgusto a su exafición, encontrando en un gran pase de profundidad a Leo Baptistao, que se plantó solo ante Javi Varas, que repelió a córner el disparo del brasileño. Diez minutos más tarde, comenzaría la jugada del primer gol visitante con un pase a la espalda de la defensa a "Chori" Domínguez. Tuvo tiempo también el de Rábade para probar el tiro desde larga distancia, con un gran disparo desde 25 metros que se encontró con una gran parada del arquero del Celta, despejando el balón a saque de esquina, y de forzar una amarilla para Álex López.

Contrastaba la actuación de Trashorras con la de sus excompañeros, con un Borja Oubiña incapaz de sostener junto a Álex el centro del campo vigués. La imprecisión en las entregas y la falta de contundencia en varias jugadas del capitán vigués pusieron en aprietos al equipo. Una batalla con un claro vencedor.