El primer triunfo. Es el jalón que le falta al Universidade de Vigo Iveco en su estreno en División de Honor. Un instante de júbilo que registrar en la memoria. Plantar cara, como hasta la fecha, ya no colma al XV del Olivo, que fija su mirada en el Getxo. Un rival de la zona baja, compañero en el viaje del ascenso, que visita Lagoas mañana (12.00).

Es amanecer de emociones fuertes. A las 10.00, el mundo rugbier vigués se reunirá en el Papo´s del campus universitario para presenciar la final de la Copa del Mundo entre Nueva Zelanda y Francia. Pasión All Black desatada en ambos bandos. El sesgo neozelandés es fuerte tanto en el Iveco como en el Getxo, que cuenta con cuerpo técnico y jugadores kiwis. Los dos equipos confían en que Richie McCaw y sus muchachos ya hayan encarrilado el partido cuando deban concentrarse en el vestuario.

Los olívicos necesitan estímulos positivos, incluso como emulación de lo que suceda en las antípodas. David Monreal y Norm Maxwell, tándem al mando, combaten contra el peligro del desaliento. Ayer, en el entrenamiento, charlaron con la plantilla. "El equipo puede notar la presión de medirse a un rival que debe estar a su nivel. El miedo a perder empeoraría cualquier contratiempo inicial", indica Monreal. Su mensaje: que se olviden del resultado y se centren en aquellas facetas del juego que han trabajado.

El discurso alcanza al pesar que la baja por lesión de Carlos Blanco ha producido. El hispanoaustraliano es el líder espiritural de la escuadra, la voz que organiza. "Pero ha de entenderse como una lesión más", sentencia Monreal. Uno anota las bajas y sigue adelante. Alberto Mera sufre una rotura fibrilar. El juvenil Carlos López se ha roto la nariz. Óscar Ferreras e Iñaki Romanes jugarán, en todo caso, con sus hombros maltrechos. Como Josh Hamilton, con el acromion dolorido. Pateador oficial, Monreal maneja a Arrizabalaga, Katsakis y el joven Uruburo como alternativas en esa suerte.

Del manejo del pie depende mucho. El Getxo, como sucediera con la Santboiana, posee un especialista consumado, Linklater, que su técnico rentabiliza. Bryce Bevin, exseleccionador español, promueve el estilo que más se practicó en Nueva Zelanda entre los ochenta y noventa: defensa organizada, presión, escaso riesgo en el juego a la mano. Monreal advierte a sus hombres de la necesidad de evitar golpes de castigo. No quiere manos atrevidas en el ruck ni equilibrismos sobre la línea de ventaja. Otra consigna, visto el tardío despertar en otros encuentros, es "salir con fuerza, imprimiendo ritmo". El reto de la primera victoria lo demanda.