Siglos de devoción a San Cosme y San Damián llegaron en Baiona a su punto más álgido en el año 1847, cuando el Cabildo de Tui concedió una reliquia de San Cosme al municipio, desde entonces los festejos con que fue recibida por los baioneses se repiten cada 26 de septiembre con tradiciones como la de abastecerse de miel y nueces para el resto del año.

En cumplimiento de esta tradición, los baioneses no faltaron ayer a su cita más dulce del año La plaza de Santa Liberata y su entorno amaneció ayer convertida en un populoso mercadillo en el que cientos de personas pudieron encontrar, como antaño, los productos típicos de esta festividad junto a frutas, verduras o herramientas de labranza.

Las nueces, como manda la tradición, vendidas al kilo o en bolsas de cien, contadas con agilidad y una a una por las manos expertas de los vendedores, llegados desde los alrededores.

Pero el progreso se impone y desde hace algunos años proliferan también los puestos de rosquillas y los que venden bisutería y otros complementos, que consiguen alargar la feria por la calle Marqués de Quintanar hasta la glorieta de Colón.

Ayer, festivo local, fue el día grande, con procesión por las principales calles de la villa y misa solemne a mediodía en honor a los santos, a los que no faltaron los más devotos que ofrecieron como de costumbre a los santos exvotos de cera, productos del campo y donativos para ganarse su favor.

Para los más fiesteros, la charanga Vaca Pinta y la agrupación folclórica Airiños da Lagoa, de Baíña, pusieron la nota musical a la jornada, en la que se sucedieron los actos religiosos, desde primera hora de la mañana, en la capilla de Santa Liberata y la iglesia parroquial.