El Celta ha cambiado de tendencia en la obtención de puntos. Ahora muestra la mejor imagen en Balaídos (22 de sus 38 puntos), mientras que como visitante ya encadena cuatro jornadas sin ganar. En la primera vuelta del campeonato era uno de los equipos que más réditos obtenía a domicilio. Es más, los célticos llegaron a distinguirse, junto al Barcelona, como únicos de LaLiga que marcaban al menos un gol cada vez que jugaban fuera de su estadio. Pero, de repente, toda esa dinámica positiva ha desaparecido: los célticos llevan mes y medio sin puntuar lejos del estadio de Balaídos y en las tres últimas citas se quedaron secos, sin gol.

Dos años han transcurrido desde la última vez que el conjunto celeste protagonizase una racha tan negativa fuera de casa como la actual. Los de Unzué pasan del blanco al negro sin ningún tipo de matices. Sumaron tres salidas con victoria y, a continuación, engancharon cuatro derrotas. La última, el pasado domingo en su estreno en el Wanda Metropolitano, ante un Atlético de Madrid que marcó las diferencias por su mayor pegada ante un rival que generó hasta cinco claras ocasiones de gol. Esta trayectoria entre extremos impide que el Celta se asiente en la zona alta de la tabla clasificatoria, donde se decidirán los puestos europeos. Sus aspiraciones para volver el próximo curso a la Europa League pasan por intentar repetir la buena trayectoria como visitante que protagonizó meses atrás.

La victoria en Anoeta (1-2) llevó al Celta a disfrutar de la séptima plaza por primera vez en esta temporada. Ese triunfo ante la Real Sociedad corroboraba el buen papel de los celestes a domicilio, donde con anterioridad habían superado al Levante (0-1) y al Deportivo (1-3). Cumplida la vigésima jornada de Liga, los de Unzué sumaban 28 puntos, de los que 16 los habían obtenido fuera de casa. Además, en sus once desplazamientos habían anotado al menos un gol. Del total de 35 goles, 22 habían sido celebrados lejos de Balaídos.

Todo cambió de repente, sin explicación. El Celta viajó a Vitoria para enfrentarse a un rival que intentaba escapar de los puestos de descenso. El Alavés, a priori, parecía un adversario asequible para ampliar la racha positiva e intentar acercarse todavía más a la sexta plaza, que entonces ocupaba el Sevilla, con 32 puntos, cuatro más que los célticos. Pero Mendizorroza volvió a atragantársele al conjunto vigués, como durante el curso pasado en la semifinal de la Copa del Rey. Después llegaría el tropiezo en Getafe (3-0). En el Coliseum Alfonso Pérez, además, los de Unzué dejaban de marcar a domicilio por primera vez en este curso. La tendencia negativa se acentuó en Girona (1-0) y prosiguió el domingo ante el Atlético de Madrid (3-0).

Hace dos años, el equipo entrenado entonces por Berizzo también registró la misma racha negativa, después de caer en Málaga (2-0), Vallecas (3-0), Las Palmas (2-2) y Barcelona (6-1). Entonces, el equipo tenía la disculpa de pelear también por alcanzar la final de la Copa del Rey. En esta ocasión, la misma racha refleja la inconsistencia del equipo de Unzué.