Galicia llora la pérdida de una de sus grandes leyendas. Luis Cid Carriega, el técnico gallego que más partidos ha dirigido en Primera División, falleció ayer a los 88 años de edad en su Allariz natal.

Carriega, retirado hace tiempo, estuvo ligado al fútbol durante más de cuarenta cinco, los que van desde que comenzó a jugar al fútbol en el Allariz en 1945 (con dieciséis años) hasta que vivió su última experiencia en los banquillos en el Ourense en 1990. Desde entonces se había retirado a su casa tras décadas viviendo como un nómada por culpa de esa pasión llamada fútbol.

El alaricano es el técnico gallego que más partidos ha dirigido en la máxima categoría del fútbol español y el decimosexto de la historia de todos los entrenadores españoles. 397 veces se sentó en los banquillos de Primera (47 en el Sporting de Gijón, 136 en el Zaragoza, 102 en el Sevilla, 101 en el Betis y 11 en el Atlético de Madrid. Su récord costará tiempo que alguien lo supere en Galicia porque tras él figura el retirado Arsenio Iglesias con 363 partidos y Fernando Vázquez, el único que lo tendría a su alcance, con 357.

La noticia de su muerte, especialmente sentida en su tierra, corrió ayer por todo el panorama nacional porque los lazos de Carriega enormes con más de una docena de lugares a los que llegó como futbolista y sobre todo como entrenador. Porque después de comenzar su vida como futbolista en el equipo de su pueblo, militó en la UD Ourense, Racing de Ferrol, Oviedo, Burgos y Cartagena. En este último club fue donde comenzó su carrera como entrenador en 1961. A partir de ahí se sentó en los banquillos del Tarrasa, Europa, Langreo, Sporting de Gijón, Zaragoza, Sevilla, Betis, Atlético de Madrid, Elche, Celta, Figueres y Ourense.Media España fue ocasionalmente su casa.

A la trayectoria de Carriega le quedó una cuenta pendiente, la de triunfar en el club de sus amores, el Celta. Aficionado al club vigués desde niño, siempre albergó la esperanza de dirigirlo en algún momento de su vida. Esa oportunidad le llegó en el verano de 1983 después de que el Celta cerrase su etapa de Mirolad Pavic tras un descenso a Segunda División. Carriega era el hombre en el que confió Jose Luis Rivadulla para que devolviese al equipo a la máxima categoría. El día de su presentación en Balaídos, que coincidía con el primer entrenamiento de una plantilla a la que se habían incorporado futbolistas como Alvelo, Camilo o Cortés, fue un acto cargado de emoción para Carriega: "Hoy veo cumplida una vieja aspiración". En su intervención ante los jugadores el alaricano insistió en que "entrenar al Celta es algo muy grande porque este equipo es muy importante no solo en España. Yo he visto a gente de todo el mundo emocionarse con las victorias y llorar con las derrotas de este equipo. Vengo a ayudar a devolverlo al lugar que merece". Y concluyó con un significativo "voy a trabajar con los míos y para los míos". Pero esa hermosa historia no tuvo el final que se merecía. Después de la jornada 28, con el Celta en sexta posición pero igualado al Racing de Santander que ocupaba puesto de ascenso al ser los dos primeros clasificados los filiales Castilla y Bilbao Athletic, Carriega presenta su dimisión después de un decepcionante empate a dos goles en Balaídos ante el Linares. La directiva acepta la renuncia del entrenador que se marcha a su casa aunque nunca llegó a dar muchas explicaciones del porqué de aquella dimisión cuando el equipo estaba en situación de pelear por el ascenso. Con el paso del tiempo Carriega explicaría que aquella decisión fue un acto de servicio al Celta. Entendía el técnico que el equipo aún estaba en condiciones de pelear por el ascenso y que su salida podría darle a la plantilla un punto de motivación extra para conseguir el objetivo. No sucedió ninguna de las dos cosas. El Celta se quedó a un punto de volver a Primera y Carriega sin entrenar al equipo de su corazón.

Después de aquel paso por el Celta vinieron las experiencias en el Figueras y en el Ourense de un entrenador que ya estaba en retirada y que en 1990 decidió que había llegado el momento de disfrutar de ese deporte desde la barrera después de entregarles 45 años de su vida. El fútbol gallego le recordará eternamente.