Marcelo Díaz se muestra amable y divertido en su regreso a A Madroa, a pesar de que el Celta lo declarase transferible y a su mala experiencia personal con la selección chilena en la final de la Copa Confederaciones de Rusia. El chileno, bregado en infinidad de situaciones difíciles, está dispuesto a resistir y a plantear batalla para cumplir los dos años de contrato que le restan en Vigo. Entrena con la ilusión de un principiante y sin mostrar signos de debilidad por una situación incómoda, pues el entrenador no cuenta con él para los partidos amistosos. Él y Álex López son los únicos componentes de la plantilla que no han disputado ni un solo minuto de juego en los amistosos de esta pretemporada.

El Chelo Díaz admitía días atrás a los medios de comunicación chilenos su "sorpresa" por la decisión del Celta de no querer contar con él para la temporada a punto de comenzar. La decisión del club, sin embargo, la conoció el centrocampista chileno días antes de finalizar el pasado curso, quizás cuando se supo que Berizzo no renovaría. El argentino había solicitado su contratación cuando el Atlético de Madrid se llevó a Augusto Fernández a mitad de temporada. El Hamburgo se desprendió de un jugador con un largo historial de problemas físicos. Así, Díaz pudo negociar en Vigo un buen contrato, que concluye en junio de 2019.

Cuando restan poco más de tres semanas para el cierre del mercado de fichajes, Marcelo Díaz apunta que carece de ofertas que le animen a cambiar de residencia. En Universidad de Chile añoran el regreso de un hijo pródigo. Con 30 años cumplidos en diciembre pasado y un buen cartel internacional por sus éxitos con la selección chilena, El Chelo afronta con tranquilidad este regreso a Vigo, a pesar de la incomodidad de que el entrenador no cuente con él. El juego de toque que busca Unzué en el centro del campo es su especialidad, pero tendrá que buscar otro desino si quiere jugar.