En el momento en el que Jaime Latre decretaba el descanso en Balaídos, el celtismo se preparaba para los quince minutos del bocadillo. La afición cogía su móvil, censuraba la labor del colegiado en la rigurosa expulsión de Fontás y se enteraban de una de las noticias deportivas del miércoles. Luis Enrique anunciaba su marcha del FC Barcelona. Uno no puede recordar aquella mañana primaveral en Vigo, el día previo al Día das Letras Galegas. El asturiano anunciaba su adiós para confirmar poco después su nueva aventura en el siempre complicado banquillo del Camp Nou.

Como ya ocurrió con Guardiola en 2012, las redes sociales tiraron de hemeroteca. Compararon la imagen de Luis Enrique el día de su presentación como entrenador azulgrana y la de ayer, justo cuando anunció que su experiencia al frente del equipo que lidera Lionel Messi expirará al finalizar el curso. Tres años y, de momento, ocho de diez títulos conseguidos. Una barbaridad. Y todavía mantiene intactas sus opciones de conquistar un nuevo 'doblete'. Sin embargo, su desgaste físico con respecto a su cuando puso fin a su etapa en el Celta es evidente.

El día entre una despedida y otra también ha sido opuesto. En Vigo, en la jornada previa al último partido en Mestalla, Luis Enrique estuvo acompañado por Carlos Mouriño. Fue una comparecencia emotiva, en la que tanto el cuerpo técnico que acompañó al asturiano en Can Barça como personalidades del Celta como de Antonio Chaves y otras de aquella época como Miguel Torrecilla o Toni Otero cerraron la etapa del gijonés en Vigo con un sonoro aplauso. El celtismo también quiso brindarle una calurosa despedida. Medio centenar de aficionados le esperaban en Balaídos para inmortalizar con sus móviles los primeros minutos de 'Lucho' como ya extécnico del Celta. El conjunto vigués se preparaba para un cambio de ciclo en su banquillo, pero de continuidad en el proyecto y en el estilo. Estaba a punto de llegar Eduardo Berizzo.

En la sala de prensa del Camp Nou el ambiente fue completamente distinto. Su anuncio fue por sorpresa. Justo después de que concluyese su comparecencia posterior al triunfo ante el Sporting de Gijón, su otro equipo. Luis Enrique razonó su adiós por el "desgaste" del cargo, motivo casi idéntico del de Pep Guardiola hace casi un lustro. Su cara sí evidenciaba esa erosión, un rostro que fue una antítesis de aquel 'Lucho' del andamio que se marchó con una sonrisa de Vigo hace casi tres años.