Me llamo Jameson y soy el fruto de la desigualdad social: mi madre supo de mi existencia mucho antes de lo que desearía, cuando ella solo contaba con dieciséis años y mi padre, al que nunca conocí, se esfumó como su trabajo en la fábrica en Little Rock, Arkansas. Por las noches la escuchaba llorar entre los gritos de sus padres que no estaban dispuestos a pasar por el estigma social del aborto en un Estado en el que no se permitía.

Esto podría constituir la historia de millones de personas en el mundo, algunas de ellas, incluso, cercanas a nosotros. Sin embargo, lo que ya no es por suerte tan frecuente es que uno de estos individuos se encuentre en el Corredor de la Muerte con una sentencia que le privará de esa vida que tanto se empeñaron en traer a un mundo que no la deseaba. Por más que intento encontrar una legitimidad a esta aberración, más claro tengo que solo obedece a la ignorancia del miedo; las verdades de los intereses políticos y, en este caso, a la caducidad del "midazolan", un fármaco que deberá dormir a Jameson mientras el "bromuro pancuronio" lo paraliza y el "cloruro potásico" detiene un corazón muerto desde su juventud. Al parecer, las farmacéuticas que proporcionaban el "pentotal sódico", que debe inducir un estado de inconsciencia que evite que el reo sea testigo de su propia muerte, se dejó de suministrar para este propósito por una cuestión de imagen. Esto obligó a probar suerte con el "midazolan", del cual hay constancia de su cuestionable eficacia en ejecuciones en las que el condenado seguía perfectamente consciente, muriendo como un perro entre dolores insufribles. Pero ahora parece ser que este último fármaco está a punto de caducar, y debido a la dificultad de hacerse con más, han decidido lo más lógico: aprovecharlo, como si de un yogur a punto de caducar en la nevera se tratase. Con la diferencia de que en este caso morirán ocho presos dentro de diez días.

¿Cómo puede ser que el empeño de los políticos, de mucha gente, para defender la vida sea el mismo que el necesario para defender la muerte?