El terrorismo lo tenemos presente en nuestras vidas y oímos continuamente decir a nuestro alrededor que "hay que combatir el terrorismo con todas nuestras fuerzas", y la mayoría entiende que hay que combatirlo con las armas, con la aplicación de las penas judiciales, los bombardeos sobre las ciudades malditas, la confiscación de su dinero y el aislamiento de las personas y pueblos señalados por nosotros, que nos consideramos ecuánimes.

Pero como no todos pensamos lo mismo, creo que si nos esforzáramos más en impartir el conocimiento a todas las personas, e hiciésemos una mayor justicia a los pueblos, entonces podíamos erradicar el terrorismo. El látigo no combate las causas, solo y momentáneamente los efectos del mismo. Todo lo más que se consigue con la fuerza es una pausa momentánea que rebrotará más pronto que tarde, porque las causas siguen agazapadas en las conciencias de las gentes.

Nosotros no somos ni mejores ni peores que ellos, pero sí tenemos otra forma de hacer las mismas brutalidades, porque no me pueden decir que bombardear una ciudad donde hay terroristas, pero también gente civil normal como nosotros, no es de una brutalidad máxima.

El mundo siempre tuvo y sigue teniendo enfrentamientos por intereses individuales o colectivos, y las partes que lo promueven y sufren, según sean de un color o de otro, lo juzgan y valoran de forma diferente. Cuando vemos un simple partido de fútbol, si hay hinchas de ambos equipos, parece que han visto partidos diferentes; la apreciación de penaltis, fuera de juego y patadas en cada grupo se ve de forma desigual. Si esto pasa con un simple partido de fútbol, qué no pasará cuando los intereses tocan el dinero y el holgado bienestar de sus ciudadanos.

Tendríamos que ser muy generosos para ser imparciales, y la mayoría de nosotros no lo somos, por eso llegamos a la conclusión de que al juzgar un enfrentamiento entre las partes cada una lo hace según su conveniencia y barriendo para casa. Los terroristas creen sin dudarlo que nosotros los occidentales les estamos perjudicando severamente con nuestras decisiones e imposiciones, y para combatirlo, como no tienen nuestras armas y no le ven otra salida, lo combaten con su propio sacrificio personal.

Cuando hablamos de las guerras se comenta mucho sobre lo que hay que hacer para ganarlas, pero poco o nada sobre sus orígenes y causas, que son las que, por medio de su conocimiento y reflexión, nos pueden llevar a otros planteamientos menos viscerales, más justos y a su erradicación definitiva, ya que al promover la justicia, normalmente por añadidura se alcanza la paz.

Cuando se produce un acto terrorista, puede ser que detrás no esté una injusticia, pero muchas veces en su trasfondo suele estarlo, y esto es así porque las partes ven el mismo partido con ojos diferentes. Concretando, cuando se produce un acto terrorista debíamos de pararnos a pensar si nuestra actuación en la zona es para defender los intereses de estos pueblos en guerra, o si por el contrario tenemos otros intereses particulares más materiales (petróleo) y estratégicos de influencia y mando en la zona que nos ciegan.

Creo que nadie tiene ninguna duda de que en Oriente Medio los bombardeos sobre las ciudades son actos de una gran injusticia, por lo que debemos de parar inmediatamente esta loca guerra, que por otra parte no la tenemos en nuestra casa, y antes de actuar con los aviones y bombas sobre el enemigo tenemos que reflexionar sobre las causas e intereses que se dan en la misma y, si procediera, que sí procede, cambiar nuestro rumbo para que prevalezca la justicia al evaluar las exigencias de cada una de las partes, porque sin una justicia real nunca podremos llegar a una paz duradera y definitiva.