Las celebraciones de año nuevo en la península de Coromandel, en Nueva Zelanda, tenían una regulación que agradó poco a la población local: el consumo de alcohol estaba prohibido en espacio público. Lejos de intimidar a David Saunders, un vecino local, se unió a su grupo de amigos para levantar una isla en medio del estuario del río Tairua pocas horas antes de Nochevieja.

¿El objetivo? Burlar la ley y poder hacer 'botellón' para festejar la llegada de 2018. Cuando subió la marea, el agua les rodeó sobre la estrucutra de arena hecha a medida. Allí instalaron una mesa de picnic y una nevera con bebidas.

Imitando al capítulo de 'Los Simpsons' en el que Homer se llevaba a sus colegas a aguas internacionales para poder beber, la pandilla se divirtió libremente botella en mano. El asunto ni siquiera llegó a preocupar a la policía de la ciudad. "Eso es pensar creativamente. Si me hubiese enterado antes, probablemente me habría sumado", dijo el comandante de los agentes, el inspector John Kelly, cuando se enteró sobre la isla.

Además, conviene recordar que en el hemisferio sur es verano, por lo que les resultó agradable disfrutar de la buena temperatura rodeados de agua y viendo los fuegos artificiales que anunciaban el nuevo año.