Ramón Agrasar de Villanueva, a bordo de la embarcación "Viviana", en la que faena acompañado siempre por su esposa, Tania, es el único integrante del colectivo de valeiros que faenó ininterrumpidamente desde que comenzó la campaña, el día 3.

Cada mañana esta pareja levanta las nasas butrón con la esperanza de lograr las primeras capturas, pero tras limpiar los aparejos tenían que calarlos de nuevo en el agua para el día siguiente, regresando a casa con las manos vacías.

Y así un día tras otro, para desesperación de la madre de Ramón, Lola, una mujer de 64 años que dedicó más de cuatro décadas a la pesca de este pez en el Ulla y que ahora observa el trabajo de los valeiros desde el malecón.

"Ojalá mi hijo tenga suerte y pesque la primera lamprea", decía Lola el viernes, en conversación con FARO DE VIGO a pie de puerto. Y ayer por fin llegó el momento. Como si de El Gordo de la lotería de Navidad se tratara, a eso de las doce del mediodía salió del río la primera pieza, una lamprea de poco más de un kilo de peso que supone para Ramón y su esposa unos ingresos de 150 euros con los que, al menos, podrán compensar toda la gasolina gastada en su pequeña lancha durante las dos primeras e infructuosas semanas de actividad.