Salvo en episodios tóxicos muy fuertes o prolongados en el tiempo, cuando incluso pueden cerrarse todas las bateas de Galicia, hay ocasiones en las cuales las biotoxinas pueden mantener cerradas unas rías determinadas -o diferentes polígonos dentro de una misma ría-, mientras las otras están abiertas y plenamente operativas. De ahí el interés de los bateeiros, en el momento de tratar de reestructurarse organizativamente, por diversificar la presencia de las diferentes agrupaciones resultantes, incluso llegando a plantear la necesidad de que cada organización surgida de las fusiones que se avecinan deba disponer de viveros adscritos en todas las rías.

Cabe explicar que en Galicia hay censadas 3.337 bateas de cultivo de mejillón, situándose la mayor parte en aguas de Arousa. Se trata de casi 2.300 parques (cerca del 70% del total) que tratan de sacar el máximo rendimiento a la que está considerada la ría más rica del mundo.

La segunda más importante de Galicia para la mitilicultura es la de Vigo, con una docena de polígonos mejilloneros en los que se localizan cerca de medio millar de viveros, mientras que en la ría de Pontevedra, tradicionalmente la más castigada por las biotoxinas, se ubican 346 bateas, que se distribuyen en ocho polígonos.

La relación se completa con un centenar de parques de cultivo flotantes en las ría de Ares-Betanzos (Sada) y algunos más en la de Muros-Noia.