Aunque están acostumbrados a convivir con ello, los bateeiros gallegos padecen un episodio tóxico que tarda más de lo previsto en remitir. Después de un 2013 pésimo, una primera mitad de 2014 igual de mala, una tregua en julio y un comienzo de agosto demoledor, ya que marcó el inicio de los nuevos cierres por biotoxinas, los productores ven ahora como la campaña de industria sigue paralizada y el mercado continúa desabastecido.

Hay que tener en cuenta que a estas alturas siguen cerrado 36 polígonos bateeiros, de los cuales 13 se sitúan en aguas de Arousa, cuatro en Muros-Noia, ocho en Pontevedra y nueve en la ría de Vigo, junto a los de Baiona y Corme.

Esto es tanto como decir que el sector solo puede extraer mejillón -y comercializarlo- en una quincena de polígonos, como son los dos de Sada, tres en la ría de Vigo -los Redondela B, C y D- y diez en Arousa: los Pobra G, A, B, C, D y E, el Cambados A2-E y los Vilagarcía A, B1 y B2.

Para que el lector entienda la difícil situación que atraviesan algunos bateeiros, puede citarse el ejemplo de la ría de Pontevedra, donde en años difíciles sus polígonos pueden permanecer cerrados más de trescientas jornadas. Esta vez está prohibida la extracción de molusco en ellos desde el 31 de marzo, en el caso del polígono Bueu B, y desde principios de agosto en los siete restantes.