Por momentos la playa grovense de A Lanzada y su entorno fueron ayer un hervidero de gente. Los bañistas que paseaban por la orilla, se tumbaban en su toalla o se daban los primeros chapuzones del año compartían espacio y protagonismo con decenas de jóvenes aficionados al surf que asistían a los bautismos de mar o bien practicaban su deporte favorito.

Las condiciones para la competición eran malas, de ahí que se suspendiera el campeonato del mundo. Y en buena lógica esto es tanto como decir que el mar estaba casi "como un plato", lo cual resultaba idóneo para los otros usuarios, es decir, los que preferían bañarse o tomar tranquilamente su primer contacto con el agua. Unos y otros vivieron un domingo de tintes veraniegos cuyas imágenes, en mayor o menor medida, se repetían en playas como A Concha (Vilagarcía), O Bao (A Illa) y tantas otras.