En el país de los mil ríos, tal y como definió Álvaro Cunqueiro a Galicia, Vigo no es una excepción. La sinuosa y por momentos escarpada orografía de la ciudad está salpicada por multitud de pequeños cursos fluviales y regatos, entre los que reina el Lagares.

Además de la belleza natural que siempre implica un río, con la vegetación de ribera puebla sus márgenes y el reconfortante rumor del paso de sus aguas, algunos cuentan además con un tesoro que fluye con el agua: son las “fervenzas” y en Vigo tenemos unas cuantas aunque bastante desconocidas por el gran público.