“Mantener fuera del alcance de los niños”. Vaya por delante el aviso por si a algún progenitor despistado se le ocurre llevar a sus retoños al cine atraído por un cartel que combina ositos amorosos, corazones y unicornios sobre un sugerente fondo rosa. “Unicorn wars” es animación para personas adultas y si esos lindos peluches son los protagonistas es para subvertir con más fruición las convenciones que asocian estas criaturas a seres tiernos, suaves y dulces.

Precisamente esa discordancia entre lo que uno espera que sean los personajes y lo que en realidad son (crueles, egoístas, belicosos…) se erige en uno de los atractivos de un largometraje que dinamita nuestra infancia para construir sobre sus escombros algo nuevo, un ansia de remirar bajo la alfombra de la apariencia.

No es la primera vez que el realizador gallego Alberto Vázquez, un referente indiscutible en el mundo de la animación, reconocido con varios Goya, recurre a la subversión de conceptos para subrayar un mensaje, esta vez antibelicista, ecologista que pone en guardia contra los fanatismos.

Pero la película va más allá de una lucha entre unicornios y ositos, aunque a esta faceta le saque mucho rendimiento cinematográfico con guiños a “Platoon” o “Apocalipse now”, como ha comentado en alguna entrevista. Hay también una historia familiar, un Caín y un Abel enfrentados por el amor de mamá, y numerosas referencias bíblicas más que le sirven a Vázquez para parafrasear las normas en un mundo animal, pero humano, demasiado humano, donde los adultos son la suma de los traumas que se siembran en los niños.

En “Unicorn wars” ocurre igual que sucedía con su anterior largo, “Psiconautas”, que nacía de una semilla plantada con anterioridad, “Birdboy”. En este caso es “Sangre de unicornio” la matriz en la que se cultivaron las calmas que dan origen a esta tempestuosa obra que confirma, una vez más, que hay que seguirle la pista.

FICHA TÉCNICA

Título: Unicorn wars

Dirección y guion: Alberto Vázquez

Reparto: Animación