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CRÍTICA

Thor: Ragnarok

Director: Taika Waititi - Guionista: Eric Pearson (Historia: Craig Kyle, Christopher Yost) - Intérpretes: Chris Hemsworth, Tom Hiddleston, Cate Blanchett, Anthony Hopkins, Mark Ruffalo

M.R. Chris Hemsworth, en "Thor: Ragnarok". // The Walt Disney Company

De la misma forma que se puede hablar de un antes y un después de los Batman de Nolan a la hora de abordar las peripecias de un superhéroe, en cuanto a su acopio de gravedad y oscuridad se refiere, también es oportuno referirse a un antes y un después de Guardianes de la galaxia por lo que tuvo de desacralización, aligeramiento y descorche de humor se refiere. Es posible que un fenómeno como Deadpool, o la radicalización de la propuesta hasta límites gamberros, no hubiera llegado.

Y también es obligatorio sospechar que este súbito renacer jovial de un Thor que caminaba a ciegas hacia las rocas del despropósito no se hubiera producido nunca. Tras una primera entrega en la que se fichó a Kenneth Branagh con el propósito nunca disimulado de convertir a nuestro héroe del martillo en una especie de personaje shakesperiano, con resultados más bien soporíferos, la segunda parte se atiborró de seriedad engolada al por mayor, dando como resultado un monumento al tedio mayúsculo.

Por fortuna, la última corriente de humor que cruza las viñetas (con excepciones dignas de rollo fatalista como Logan) ha desbancado las palabras rimbombantes y huecas para convertir a Thor en lo más parecido a una autoparodia, pero conservando una parte importante de épica aventurera con la que mantenerse enganchado a su parte más espectacular.

Con un reparto liberado de corsés (Hemsworth disfruta haciendo de comediante), un uso no muy original pero resultón de los efectos digitales y un buen puñado de escenas donde la risa se toma muy en serio, este Thor sin capas de endiosamiento solemne se convierte no solo en la película más divertida de las tres, y no solo por la presencia de un Hulk delirante, sino en una de las funciones más risueñas y amenas de los últimos tiempos, a la que solo hay que reprochar que no se saque todo el provecho a la irrresistible villana.

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