Son muchos los que consideran el percebe uno de los mejores crustáceos gallegos, un auténtico manjar que encierra todo el sabor del mar. No hay más que cocerlos y degustarlos, siguiendo el viejo dicho de "auga a ferver, percebes botar, auga a ferver, percebes sacar". Y listos para deleitarse con su intenso paladar marino.
Con la llegada del estío son muchas las localidades que exaltan este preciado marisco al que se le han dedicado versos, páginas de literatura e interminables debates sobre si es mejor servirlos calientes o templados o cocerlos con una hoja de laurel o no. El maestro Cunqueiro, con la sabiduría que desplegó acerca de este tesoro gallego, decía que "de Finisterre o de Corrubedo, llegan a la mesa, a la que uno está sentado, unos percebes como pulgar de carpintero, llenos, apretados contra su oscura ropa, en la que ya no caben, escupiendo al abrirlos, por lo apretados que están, un zumo rojizo, lo que es una pérdida, que está mejor en la boca que en la camisa o en el rostro. Esos percebes justifican una larga espera, una golosa esperanza. Son como restos de una población extraña de una océano más antiguo que el nuestro......". De ese mar y como "vikingos de oscuro vestidos" están en "condición excelente para ser comidos", como describe el mindoniense en "La cocina gallega".
Son perfectos por sí mismos, así que, como el jamón u otras viandas, cuanto menos se toquen, mejor. La única receta posible es cocerlos y saborearlos, como hacen los miles de comensales que acuden a las exaltaciones de este crustáceo que se despliegan por Galicia. La más inminente es la de Corme, en el concello de Ponteceso, que mañana celebra su XXV edición de la Festa do Percebe (el de O Roncudo), declarada de Interés Turístico por la Xunta. Hay más, porque a lo largo de julio esperan otras como la de Ribeira (23 de julio), en Cedeira (29 y 30 de julio), en Xove (el 23), en Ferrol (el 23) y las diversas que habrá en agosto en las distintas localidades marineras, entre ellas Oia y A Guarda. Sin olvidar el percebe de Rinlo, otro tesoro marino.
Sea de fiesta en fiesta o en las muchas y buenas marisquerías gallegas, como dice Alfredo Tella en su poema: "Una vez el molusco en la cocina/la receta cualquiera la adivina./ Con agua y sal, en pote, van al fuego/se sopla un poco y a comerlos luego. / Como fin de la receta:/ no los comáis jamás sin servilleta/que os tape todo el busto/si queréis evitaros un disgusto". Después solo queda disfrutarlos.
