Del interior de Lugo nos llega la historia del burro Felipe, que ha dejado de lado sus labores como burro y se ha convertido en un verdadero pastor. Hizo buenas migas con el perro mastín que vigilaba al rebaño y ahora se comporta como el auténtico dueño de las cabras. Las cabras que cuidan el Monte de Meira en Moaña tienen un nuevo vigilante tan atípico como fiel. Hace un año estos comuneros adoptaron un burro y además de cuidar el rebaño ha conquistado sus corazones. A quien trae de cabeza es al mastín. Lo busca a todas horas como si fuera su hermano. Felipe como así se llama el asno. No solo se ha integrado en el grupo, sino que ocupa un lugar destacado. Ya no se imaginan el pastoreo sin este singular acompañante. Si el bueno de Felipe está dejando tantas sonrisas, quizás su descendencia pueda asegurarles varias generaciones de una leal vigilancia.