De niño, disfrutaba de las películas mudas del desaparecido cine Calvario, donde intentaba convencer al trabajador de la puerta para que le dejara entrar gratis. Huérfano de padre desde los 9 años, este vigués que este año se habría convertido en centenario trabajó allí donde pudo –vendedor de periódicos, pinche en una barbería, limpiando zapatos...–, hasta que a los 15 años empezó a vender caramelos en el Royalty el Rosalía de Castro.

Desde entonces, Emilio Baños Santos consagró su vida al mundo cinematográfico hasta convertirse en una institución en el sector en Galicia desde uno de los ámbitos que pasan más desapercibidos: el de la distribución. El nexo de unión entre la parte creativa y el exhibidor. En 1953, creó Baños Films que hoy lleva la tercera generación familiar y que es la única distribuidora convencional de cine gallega que pervive.