Goteras, humedades y un suelo que se hunde. La iglesia franciscana de Ribadeo clama ayuda urgente. Usan cubos, tableros, caballetes, alfombras… Lo que sea para evitar accidentes. Más de cuatro meses sin oficiar misa, pero es tanta la devoción que los feligreses acuden diariamente a la capilla. Antes de que el deterioro sea irreversible el hermano Ramón, un seglar que lleva casi 20 años cuidándola, pide ayuda para sufragar los gastos de la reforma. Ya sea con ayuda humana o divina esperan que la capilla recupere su esplendor. El paso del tiempo y las intensas lluvias de este invierno en Galicia han provocado estas graves deficiencias en esta capilla que fue construida a principios del siglo pasado y que, ahora, tras abrir todos los días, sin excepción, puede verse abocada al cierre.