Cuando Giuseppe Petruzzellis, director de cine, se encontró con Luigi Lineri, artista, le asaltaron las mismas preguntas que nos podrían surgir a los demás al entrar en su santuario: ¿por qué coleccionar piedras y por qué dedicarle a ello nada menos que 60 años de su vida? Giuseppe vio en esa obsesión, en ese enamoramiento por los cantos, argumento para un documental. Le acompañó en su rutina, en sus paseos hasta el río Adigio, cerca de Verona, donde arranca la búsqueda de esa piedra diferente, bella, la que pudo empuñar el hombre prehistórico, la que parece lo que no es. Una colección interminable para Lineri que a sus 85 años se resiste a poner fin a la pasión de su vida.