El 31 de agosto de 1997 moría en París Lady Di. Su coche se estrelló en el túnel del Pont de l’Alma huyendo de los paparazzi. También murió su novio, Dodi Al-Fayed, hijo del magnate egipcio Mohamed Al-Fayed. A sus 36 años era una de las mujeres más admiradas del mundo. Hoy su figura sigue fascinando e inspirando películas, series, musicales, obras de arte y titulares.

El documental de Netflix La majestuosa vida de la reina Isabel II de Inglaterra muestra lo fríos que eran los reencuentros de la entonces joven monarca y su primogénito, Carlos, tras las giras de la reina por los países de la Commonwealth. Nada que ver con Diana, antigua maestra de preescolar y amantísima madre de sus hijos, Guillermo y Enrique. Diana vino a cambiar otra vieja tradición de los Windsor, pues el duque de Cambridge fue el primer futuro heredero al trono en nacer en un hospital, y no en palacio. Desde entonces se ha popularizado entre las monarquías europeas el tradicional posado con el bebé a la salida del centro sanitario (veáse Kate Middleton o Letizia). La popularidad de Lady Di creció a finales de los 80, cuando utilizó su fama y amistad con famosos como Freddie Mercury, Luciano Pavarotti, John Travolta o Liza Minelli para colaborar con todo tipo de causas, algo que hoy practican sus hijos y otros royals. Junto a Mandela, el Dalái Lama y la madre Teresa de Calcuta participó en un centenar de fundaciones benéficas que luchaban contra el sida, el cáncer, la lepra o las minas antipersona.

También puso fin a un matrimonio desgraciado (“Éramos tres en mi matrimonio, una multitud”, dijo en la célebre entrevista con la BBC en 1995, refiriéndose a Camilla Parker Bowles, hoy futura reina consorte de Inglaterra).

Icono de estilo

Sus looks icónicos han seguido muy presentes en la moda. Dior le dedicó un bolso que sigue reeditándose cada temporada, el Lady Dior, que ella lució cual modelo en la Met Gala de 1996, a la que acudió con un vestido lencero de su amigo John Galliano. Un modelo que rompía con el protocolo, pero para entonces Diana ya estaba acostumbrada a usar la moda como bandera para rebelarse.

El día que Carlos de Inglaterra contó su affaire con Camilla en televisión, ella se la devolvió: se presentó a un acto con un diseño de Christina Stambolian en negro (color prohibido en la casa real británica salvo para los funerales). El llamado vestido de la venganza marcó un antes y un después.

Diana le dio así carpetazo a su estilo más clásico y preppy de niña bien con cuellos bobo y volantes inaugurado con su famoso traje de novia de David y Elizabeth Emanuel; y se dejó aconsejar por los mejores modistos de los 90, que se convirtieron, además, en sus amigos y confidentes. Giorgio Armani, Catherine Walker, Jacques Azagury y Gianni Versace vistieron a la nueva Lady Di. Este último fue el que más la ayudó a sublevarse contra la rigidez monárquica. Por eso, cuando un loco mató al modisto de la casa de la medusa a las puertas de su mansión, ella no faltó a su entierro.

Musa del pop

Elton John protagonizó uno de los momentazos del funeral de Diana, al interpretar la balada Candle in the wind, originariamente escrita pensando en la figura de Marilyn Monroe. Elton John adaptó su letra para su amiga y con un nudo en la garganta la cantó ante 2.000 invitados en la Abadía de Westminster. Tras vender siete millones de copias de la canción, en diciembre Sony editó un disco doble tributo con 36 canciones de grandes artistas recordándola. Ahí estaban Queen, George Michael, Eric Clapton, Paul McCartney, R.E.M., Annie Lennox y Bruce Springsteen, entre muchos otros.

Más reciente, pero menos celebrada, ha sido la obra de Broadway Diana, el musical, estrenada el año pasado, en plena pandemia, y actualmente en el catálogo de Neflix.

Antes de que Emma Corrin interpretara a la joven Diana en la cuarta temporada de The Crown (Netflix), y de que a partir de noviembre lo haga Elizabeth Debicki, en la quinta, el papel de la reina de corazones –como la misma princesa de Gales confesó que le gustaría ser recordada–, fue llevado a la gran pantalla y a la tele en varias películas y documentales de diferente calado.

En La reina (2006), de Stephen Frears, con la oscarizada Helen Mirren como Isabel II, a Lady Di solo se la evoca. El filme narra los días posteriores al trágico accidente, cuando el clamor popular doblegó la voluntad de Isabel II, reacia al principio a celebrar una ceremonia de Estado para quien llevaba años divorciada de su hijo.

Naomi Watts protagonizó Diana, una película “endeble” que básicamente trataba su romance con el cirujano Hasnat Khan y el empresario egipcio Al-Fayed.

En 2017, por el 20º aniversario de su muerte, los príncipes Guillermo y Enrique encargaron sendos documentales para recordarla: Diana, nuestra madre y Diana, 7 días. Y el año pasado la actriz Kristen Stewart casi se lleva el Oscar por su interpretación en Spencer, la película de Pablo Larraín. Este verano ha visto la luz un nuevo documental, The Princess, con imágenes inéditas.

Heroína de libros

El periodista y escritor Andrew Morton firmó en 1992 el relato más aproximado de la persona detrás del mito. En Diana, su verdadera historia revela los secretos que la princesa le confesó a través de unas cintas grabadas en secreto. Trastornos alimenticios, intentos de suicidio y sus sospechas de que Carlos la engañaba. Fue la masa madre para nuevos títulos, como la novela basada en la historia de Lady Di, Reina de corazones, de Julie Heiland, que Planeta acaba de lanzar este verano, o el cómic de 2009 Fuerza Femenina: la princesa Diana, a mayor gloria del personaje.

Y aunque este agosto se ha dado a conocer en Twitter una foto inédita de Lady Di a los 25 años, obra de Terence Donovan, su mejor retrato lo firmó pocas semanas antes de su muerte el fotógrafo de moda Mario Testino, que lo resumió así: “Estaba realmente divina ese día. Parecía tan feliz, fresca y segura de sí misma... Eran solo risas y risas y risas”.