Jorge Martí (Ribarroja del Turia, Valencia, 1972) es el cantante de “La Habitación Roja”, una banda del circuito “indie” que el año pasado, el de la pandemia, cumplió su vigésimo quinto aniversario en la carretera.

–¿Tienen material nuevo?

–Hemos ido sacando canciones: una de ellas es “1986”. Las hicimos durante el confinamiento. Las hemos ido presentando poco a poco, en las redes. El disco lo sacaremos más adelante: estarán esas canciones y alguna más que no hemos presentado.

–Parece que vuelven los singles, los que compraba mi padre cuando no tenía pasta para el LP entero.

–Pero en Spotify, en Youtube. Creo que la pandemia nos dejó a los músicos en estado de “shock”, sin poder desarrollar nuestro trabajo, pero echamos mano de las redes.

–El otro día publicó en “Levante” un artículo muy elocuente: “Un año de mierda, eso es así”.

–Sí, sí.

–Dice que todos estos incendios no van durar siempre.

–Es lo que creo. Hablo sobre la vida, la muerte; la salud, la enfermedad. Sobre los sueños rotos. Lo único irreversible es la muerte, pero antes de llegar a ello tenemos la esperanza, aunque sea una zanahoria que no alcancemos nunca. No voy a ceder al desencanto. Hay que asomarse y ver el horizonte que un poco de verdor. Es cierto que las miserias son relativas, que las peores a las tuyas, pero tus miserias son tus mierdas...

–Es que tenemos que salvarnos.

–Claro. Es un mecanismo de defensa. Quien se carga sobre sí todos los males del mundo se convierte en un infeliz. En el cerebro existe un mecanismo para recordar según qué cosas. No sé si la vida es un valle de lágrimas, pero se le parece. Por eso está bien tener una perspectiva positiva del mundo.

–¿Qué hace la música con esto?

–La música es el remanso de los creadores, una especie de analgésico para tiempos de zozobra. Para el creador y para el que la escucha. Estoy convencido.