El intérprete de películas como "Campeones", "La isla mínima" y "El autor", y de series como "Vergüenza" y "Estoy vivo", entre otros muchos trabajos, recibió el domingo el Premio Málaga del certamen cinematográfico en una gala emotiva. El intérprete gallego recibió agradecido el calor de sus compañeros de fatigas, amigos y del público que acudieron al Teatro Cervantes de la ciudad andaluza.

-De joven decidió marcharse a Madrid para ser actor. Lo mismo hicieron Antonio Banderas y otros tantos artistas que llegaron a la capital sin recursos económicos y con un futuro incierto por delante. ¿El mundo es de los valientes?

-No sé si valientes o no. Creo que teníamos una pulsión y unas ganas de ser actores para contar historias. En mi caso era para huir casi de mí mismo, de un niño y un joven casi enfermizamente tímido al que este oficio le ha servido como bálsamo de una forma terapéutica. No sé si eso es ser valiente o no. Valiente es también ser mileurista y levantarse todas las mañanas para llevar un sueldo a casa. No me considero especial ni ejemplo de nada por haber hecho lo que he hecho. Y en mi caso me ha salido bien, pero sé que hay muchos otros compañeros que no han tenido la fortuna de tener esa comunión con la profesión.

- Cuando a uno le sopla el viento a favor parece más fácil decir que todos los sacrificos y penurias pasadas han merecido la pena, aunque lo cierto es que el camino debe ser terriblemente duro.

-Claro que sí. Yo he picado mucha piedra durante años y he tenido que renunciar a muchas cosas. Y, obviamente, he pasado penurias para llegar donde estoy. Nadie regala nada. Pero esto es literatura barata. No me interesa que el espectador sepa lo que me ha costado o dejado de costar. Sobre todo porque creo que la persona tiene que estar escondida detrás del personaje. Es mucho más interesante cuanto menos sepan del actor. No es un camino fácil, claro que no. Y creo que, además, se ha perdido un poco la idea romántica, el espíritu romántico que había, en mi caso, de aprender el oficio; de ser muy respetuoso con los mayores, de aprender en el teatro, porque creo que es el lugar natural del actor. Y ahora se busca la inmediatez, la fama rápida, el llegar casi sin esfuerzo a conseguir los objetivos. La fama, la popularidad, que no son los objetivos finales de la profesión ni de la actuación. El objetivo final es contar historias, es emocionar, educar al público o invitarles a la reflexión y al debate a través de nuestro trabajo.

- Hablemos de "Campeones". Algo ha pasado en el cine español cuando una comedia arrasa en taquilla y encima logra hacerse con el Goya a mejor película.

-Creo que el cine español siempre ha gozado de muchísimo talento. Hay grandísimos profesionales que demuestran su buen hacer aquí y fuera de aquí. Aunque, por desgracia, casi siempre nos tienen más en cuenta fuera que dentro. Solo hace falta ir a Francia para ver cómo trata con gran respeto y casi de forma reverencial nuestro cine, algo de lo que he sido testigo en muchas películas. El público es soberano. Y cuando elige una película como "Campeones" como la más taquillera y la convierte en un fenómeno social, tenemos que sentirnos muy agradecidos. Creo que el público ha premiado este año este trabajo por lo que supone, más allá de que sea una comedia, por los valores que transmite.

- Otro cambio que estamos viviendo es la decidida irrupción de las plataformas online en el mundo del cine. Por ejemplo, Spielberg es de los que piensan que Netflix no es cine y que estas ventanas podrían acabar con las salas.

-Por otro lado, están Scorsese o Cuarón que se alían con Netflix y cambian radicalmente la forma de consumir cine. No sé, es un tema peliagudo. Estoy trabajando en proyectos de Netflix y por un lado siento que ha llegado un monstruo imparable que nos ha obligado a consumir cine de otra forma, y por otro lado creo que se pierde el espíritu romántico y que se acaba una forma de consumir cine. Para mí es una auténtica tragedia que se pierda ese espíritu romántico de ver cine en una pantalla grande, en la oscuridad de una sala y con el silencio como aliado. Y me provoca zozobra y pena. Creo que el cine no está hecho para consumirlo desde la pantalla de un iPhone. Pero por otro lado la sociedad avanza y eso nos lleva a ver cine desde otro lugar.