Esta proteína (GFP, en sus siglas en ingles), te permite "ver la célula, qué es lo que hace y adónde va" y de esta forma es posible estudiar, por ejemplo, "cómo es posible que el virus del sida pase de célula a célula", indicó Chalfie, que mañana recogerá el Nobel en Estocolmo junto a los otros dos premiados, Osamu Shimomura y Roger Y. Tsien.

El hallazgo de esta proteína se debe al japonés Shimomura, que pudo demostrar sus propiedades fluorescentes en la década de los setenta.

Fue Chalfie sin embargo el que logró vincular la GFP a las células, permitiendo su seguimiento, a comienzos de los 90, mientras que el tercer premiado de este año, Roger Y. Tsien, desarrolló toda una paleta de colores, lo que permite identificar diversas células.

Un descubrimiento vital para estudiar el desarrollo de todo tipo de enfermedades y especialmente las hereditarias, resaltó Chalfie.

"Es como si intentas saber dónde está alguien por la noche, lo que es imposible. Pero si le haces llevar una luz, puedes ver todo lo que hace y eso es lo que consigue la proteína verde fluorescente", indicó este profesor de Biología de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Al vincular la GFP a las células, se puede ver el camino de la célula, ver cómo un virus se transmite y, por tanto, interferir en él e incluso tratar de parar el desarrollo de una enfermedad.

"Pero hasta que no sepas cómo pasa de una a otra célula no sabes qué puedes hacer", dijo Chalfie, que agregó que "es una forma de conseguir la información básica que necesitamos para ver los procesos de las enfermedades y saber qué podemos hacer para pararlas".

Aunque no es algo que se pueda aplicar a la gente, ya que no es una medicina, es una forma de estudiar todas las enfermedades, no en seres humanos sino en otros organismos.

Muchas personas, en el caso de enfermedades hereditarias, están interesadas en saber qué pasa cuando están afectados por ellas.

Los genes afectados se encuentran muy a menudo en ratones algunas veces en "moscas de la fruta" o en gusanos.

"Podemos estudiarlos en esos otros organismos y conseguir unos resultados. Si encontramos que lo mismo que pasa en los humanos, pasa en un ratón o en un gusano, podemos plantearnos qué hacer para corregirlo y, si lo logramos, entonces por supuesto empezar a pensar cómo aplicarlo en los seres humanos".

Chalfie indicó que antes del descubrimiento de la GFP no se sabía dónde estaba la proteína, adónde iba la célula y ahora se puede seguir el trazado sin dificultad.

"Con la GFP puedes verla moverse, puedes preguntarte si es posible impedir que se mueva, sólo porque es algo que podemos ver.

Si no podemos verla no podemos hacer nada. Lo que proporcionamos es una forma para que se puedan ver cosas en las células y así tratar de manipularlas, estudiarlas", precisó un entusiasta Chalfie.

Entusiasmo que traslada a los cambios que espera de la nueva administración estadounidense de Barack Obama.

En su opinión la investigación y el sistema educativo de su país necesitan un cambio profundo y para ello debe haber políticos que no estén en contra de las ideas ni del conocimiento.

"En política a veces se piensa que no es bueno ser una persona que piensa", pero en estos momentos, "con la crisis económica que tenemos, en Estados Unidos necesitamos a alguien que piense, necesitamos a alguien que tenga buenas ideas y creo que esa es una de las buenas cosas de Barack Obama".

Él "nunca ha ido contra los científicos o de los que piensan, es un hombre que busca aprender y cree en la gente que tiene buenas ideas".