Y es que, normalmente, cuando se imprimen códigos de barras "se hace sobre papeles térmicos, que tienen cuatro, cinco o seis capas, son más caros de lo normal, y encima el aspecto que queda es mate, poco brillante y menos bonito a la vista", según informó a Europa Press su investigador principal, Pedro Antonio García.

En principio, esta investigación que desarrolló la empresa Adhesivos del Segura, con financiación del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y del Instituto de Fomento de la Región de Murcia (Info), se planteó hacer una etiqueta para un producto que llevara código de barras reimprimible por impresora térmica.

De esta forma, este sistema permitiría, por ejemplo, "imprimir directamente en la fábrica el logotipo de la empresa, con la fecha de consumición y todas informaciones que se desee", determinó García. La diferencia "es que estas etiquetas, antes debían imprimirse completamente sobre papel térmico, no había otra fórmula".

En principio, García dijo que el funcionamiento "es muy sencillo", ya que el colorante "va dentro de unas microcápsulas del orden de micras (casi nanotecnología), y esas bolitas están recubiertas por un caparazón en cuyo interior está la tinta, y por fuera son blancas".

Esas bolitas se imprimen en blanco y son imperceptibles para el ojo humano, sin embargo, cuando se introducen en la impresora y alcanza la temperatura de 70 u 80 grados, "ésta cáscara o recubrimiento se funde y la tinta de dentro sale y se queda impresa encima".

Lo revolucionario de esta nueva técnica "es que las tintas térmicas permiten imprimir la zona que quieras con el dibujo que quieras, o sólo una pequeña parte en cualquier soporte, desde papel cuché, a polietileno", determinó.

Esto permite hacer etiquetas "más brillantes, más vistosas, con otros soportes, y esta tinta invisible se imprime exactamente igual que cualquier otra". Además, añadió que el sistema permite dedicar una zona exclusiva al cuadradito para el código de barras.

Este sistema "no tiene un coste muy elevado, aunque hay que industrializar un poco la fabricación de la tinta, y no hay que invertir demasiado en maquinaria y está dentro del rango que se invierte en el sector", advirtió.

Ahora, el equipo de investigación de la UMU "está mejorando el sistema haciendo que el colorante de dentro sea alimentario, que sea más ecológico y si se come no pase nada, y también tenemos otros proyectos para revelar tintas invisibles".