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Fundadora de la Plataforma Madres en Acción

Alicia Martínez del Burgo: "Me da tranquilidad saber que en el libro de mi vida no hay página en blanco"

"La emigración a Euskadi, gente de Galicia o Extremadura sin nada mas que la esperanza, me dio por vez primera de bruces con una realidad dolorosa y desconocida por mí, entonces niña protegida"

Con su "equipo", sus 3 hijos en 1980

Una mujer solidaria y luchadora con mucha historia que contar, con una vida variopinta de la que estas memorias son solo un bosquejo. Nacida en África pero vasca de Algorta desde los 4 meses como hija de militar que sería gobernador civil en la posguerra al que recuerda como padre amantísimo y con gran empatía por los que sufren, hija también de madre de conocida familia navarra de fe carlista (los del Burgo), ese origen castrense, burgués y conservador poco tuvo que ver con sus posteriores compromisos. Proactiva, infatigable buscadora de explicaciones a todo lo que no entendía desde niña, aunque ya en el País Vasco se inquietara con la penuria de la emigración en Euskadi y se activara con la miseria que conoció en los pueblos de la Mancha cuando vivió allí en los 70 por el destino como médico de su marido, en Vigo supimos de ella en los 80 como Fundadora de Madres en Acción-Plataforma de los Derechos del Menor. Intensa su labor en tal tarea entonces anticipatoria, difícil, incomprendida por muchos y que le llevó hasta las tertulias de los programas televisivos de más audiencia. Un cáncer maxilofacial y una depresión posterior la llevaron a apartarse del mundo dos años, de los que ha salido otra vez como la Alicia de siempre reforzada por el ansia de vida que da la experiencia de muerte, recuperada su sonrisa antes amenazada por la cirugía y luego salvada por ella, ilusionada y positiva, ya de vuelta en el Vigo que habitó gran parte de su existencia. Así cuenta su historia.

"Nací el 12 de marzo de 1945, en el seno de una familia que podríamos definir como de clase media, acomodada y conservadora. Vivía en el caserón de mis abuelos con mis cinco tías y tíos solteros y mis padres; siendo hija, nieta y sobrina única, crecí rodeada de amor. Sin embargo, no fueron óbice estas circunstancias para que, muy pronto, empezase a reparar en el profundo clasismo de la época y en mi propia posición privilegiada. Recuerdo que, en el colegio, las alumnas que no podían pagar la mensualidad de los estudios, apodadas "las gratuitas", estaban segregadas de las demás. Yo tenía una amiga de juegos callejeros, llamada María Jesús, con la que me reunía cada recreo, aunque tras una reja de metal".

"Siempre fui un niña muy despierta que buscó las respuestas que los mayores nunca quisieron darle. Para evadirme de una realidad incómoda, los cuentos, ajenos y propios, cobraron enorme importancia, porque muy pronto descubrí que la palabra era mi tabla de salvación ante cualquier adversidad, así como mi forma de viajar a realidades paralelas. Muy pronto me convertí en el temido "garbanzo rojo" por los peligrosos caminos adonde me condujo la curiosidad, aunque ello no pueda impedir que recuerde el periodo de mi infancia como un tiempo de felicidad, rodeada de amor, sueños y duendes. Hay tres figuras que fueron claves en mi infancia: mi abuela Paula, mi tío Eusebio y mi padre. Ya siendo niña y adolescente habían saltado las alarmas pero en 1963 conocí la tragedia de la emigración en Euskadi. Llegaron miles de trabajadores de Extremadura, Galicia, Andalucía, etc., que, no llegaban en pateras ni casi desnudos, sino que lo hacían con sus maletas de cartón atadas con cuerdas y cargadas tan solo con la esperanza de un futuro mejor, sin que ello impidiese que fueran recibidos por la mayoría de la población con la misma hostilidad. El monte Banderas se pobló de chabolas de láminas de hojalata y cartón, construidas en la complicidad de la noche; a sus moradores los denominaban despectivamente "los coreanos". Para resolver el problema las autoridades decidieron edificar unos modestos bloques que les permitieran vivir con un mínimo de dignidad. Construyeron una escuela para la que no había maestros, así que me incorporé como voluntaria. Fue la primera vez que me di de bruces con una realidad dolorosa y desconocida para mí".

"Pocos años después, mi padre fue destinado como Gobernador y Juez Militar de Almería y nos trasladamos. Recién llegada, me puse en contacto con el director del periódico local, ante quien me presenté con una carpeta llena de papeles, diciéndole que mi vocación era escribir y que pensaba que él podía darme una oportunidad. Aquel atípico encuentro, que ambos posteriormente comentamos a carcajadas, dio sus frutos, y publiqué mi primer poema amoroso en la página cultural del domingo, titulado "Veinte hojas". La relación laboral y personal se fue estrechando y él me presentó a su grupo de amistades, entre las que se encontraban personajes de gran cultura y políticamente muy "interesantes". Fue mi verdadera universidad. Un día me regaló un poemario sin censura de Miguel Hernández y aquello supuso para mí el mayor de los honores; todavía lo conservo como oro en paño".

"En 1969 contraje matrimonio con un médico y, renunciando a todo tipo de privilegios familiares, nos fuimos a vivir a un pueblo de la Mancha, en el que conocí la miseria, el analfabetismo, listas interminables de personas agrupadas en la beneficencia y a familias que a veces no tenían otra cosa que comer que pan y bellotas. Me convertí en "enfermera", y lo entrecomillo porque en mi vida había puesto una sola inyección. Fue un practicante llamado Perona quien me enseñó a hacerlo utilizando un cojín y quien también tuvo la mala suerte de ser mi primera víctima por causa de una epidemia de gripe. Ayudé asimismo en partos, abortos, accidentes, etc. No duró mucho nuestra estancia: posicionarnos del lado de los desfavorecidos conllevó que las autoridades nos declarasen personas non gratas e intentasen echarnos del pueblo".

"En 1970 nos trasladamos a Madrid, cuando ya había nacido mi primer hijo. ¡La experiencia más extraordinaria de mi vida! En el edificio del apartamento que alquilamos, conocido como "el edificio de los músicos", vivían unos militantes del PCE y, sin darme cuenta, al poco tiempo ya formaba parte de su grupo. Con ellos establecí una relación de especial complicidad. Recuerdo las reuniones en las que escuchamos las grabaciones del Proceso de Burgos en los casetes que traía el hijo de un ministro de Franco. Yo me llevé uno con la última intervención de Mario Onaindía, la cual terminó cantando el "Eusko Gudariak" ante las interrupciones del general presidente del Consejo de Guerra. Los seis encausados fueron condenados a muerte, aunque amnistiados al llegar la democracia, ya que no habían cometido ningún delito de sangre. Se conoce que estos simplemente habían firmado bajo tortura lo que les pusieron delante. Para aquel entonces, mi familia y yo ya nos habíamos trasladado a Vigo por razones de trabajo".

"Con motivo de las primeras elecciones europeas, Onaindía vino a Vigo, en 1987, como candidato al Parlamento Europeo representando a Euskadiko Ezkerra en su alianza con Esquerda Galega. Acudí al mitin para entrevistarme con él; quería que me dedicase la portada del casete. Quedó muy sorprendido cuando le conté la historia de cómo este había llegado a mis manos y nos abrazamos emocionados. ¡Qué gran hombre! Fue precisamente ese encuentro la razón por que me expedientaron en el PSOE, un expediente al que por cierto respondí con una carta publicada en La Voz de Galicia el 10/11/87, en la que firmaba como exmilitante. Antes había formado parte, como Secretaria de Cultura, de la ejecutiva del partido, desde la que organicé dos certámenes de "Poetas para la Paz" y también el primer certamen de poesía en un centro penitenciario, que culminó con la publicación del libro DALEX, poemas de catorce autores, todos ellos reclusos. En la entrega de premios intervinieron los poetas Carlos Oroza, Alonso Fontán y Antonio Chaves, además del grupo de teatro A Farándula, dirigido por mi buen amigo " Yayo". Esta iniciativa del certamen fue apoyada por Alberti y Buero Vallejo, entre otros, que decidieron darle un carácter nacional. La cárcel de Vigo se convertía así en la primera del país en abrir sus puertas a la cultura".

"A finales de 1985 fundamos Madres en Acción: Plataforma de los Derechos del Menor, y posteriormente me nombraron Secretaria de la Mujer en la UGT de Vigo, en cuya inauguración planteé, como línea de actuación, que "toda liberación pasa por una revolución cultural y que solo cuando todas las mujeres se consideren iguales entre sí y con respecto a los hombres, serán respetados sus derechos". Durante estos años fundé asimismo, en 1987, el Aula de Alfabetización Popular Clara Zetkin y organicé una serie de cursos para mujeres en oficios que siempre estuvieron reservados para los hombres. Compaginé mi trabajo con la publicación de tres libros; además de colaborar en diferentes periódicos y revistas. Tuve también mi segundo periodo clandestino, pero de ese no es procedente hablar; algunos periodistas de la época ya conocen bien la historia. Así como también la promoción del conocimiento del mundo emigrante gallego, en la Galicia actual".

"A partir de 1987 mi dedicación exclusiva fue a Madres en Acción,de cuyos logros me enorgullezco enormemente, alcanzados sin ayudas institucionales de ningún tipo. Dirigí un equipo de maravillosas personas entregadas al servicio altruista, sin otra expectativa que la satisfacción de alcanzar las metas que nos íbamos proponiendo. Se elaboraron estudios y programas, proyectos y proposiciones de ley, como el Programa Municipal para la Infancia y la Juventud, la Proposición de Ley de la Infancia de Galicia, el Programa Autonómico para la Infancia y la Juventud, la Constitución de la Familia, el Proyecto de un Fondo de Garantía de Pensiones en los Procesos de Separación y Divorcio y el Estudio sobre las Consecuencias Psicopedagógicas de los Abusos Sexuales en la Infancia; todos terminaron en los cajones de la administración. Con nuestra campaña de denuncia por incumplimiento de sentencias (el estudio previo que habíamos elaborado demostraba que el índice de incumplimiento de las pensiones de alimentos era del 85%), conseguimos que este fuese considerado como un delito penal. Elaboramos asimismo un Proyecto de Ley de Protección de la Infancia, que fue documento de trabajo del Ministerio correspondiente, y conseguimos que se crease en Vigo el primer Grupo de Policía de Menores (GRUME) -todo ello teniendo como mediador al entonces Gobernador Civil Jorge Parada. Hoy algunos de sus miembros integran el Grupo de Violencia Familiar. Se hizo también una valiente campaña a través del desgarrador testimonio de mi queridísima amiga y vicepresidenta de la Asociación, Digna del Río, para poner fin a los biombos que ocultaban a las víctimas de violación o abuso sexual. Considerábamos que de nada tenía que esconderse la persona agredida sino, en todo caso, el agresor. Esta campaña tuvo como resultado innumerables denuncias a la Asociación gracias a las que pudimos facilitar el apoyo jurídico y el tratamiento adecuado, tanto psicológico como pedagógico, a las víctimas".

"No puedo olvidarme de las continuas apariciones en el célebre programa televisivo "¿Quién sabe dónde?", presentado por Paco Lobatón, a través del que se pudieron solucionar numerosos casos, en muchas ocasiones en colaboración con la policía, así como sufragar el alquiler de nuestro primer local. Estas actuaciones me fueron recompensadas con la entrega de una medalla de reconocimiento el 2 de octubre de 1993 por parte del Ministerio del Interior. En el acto, ante el desamparo institucional con el que hubimos de lidiar durante ocho años, no pude evitar dar las gracias "por un reconocimiento tan merecido", que fue respondido con las risas de las autoridades y algunos de los presentes y el rubor de mi familia. En los 90 se organizaron, además, las Jornadas sobre la Infancia, que se prolongaron durante diez años. En ellas se estudiaba toda la problemática psicológica, pedagógica, familiar, etc. del mundo del menor. Acudieron como ponentes renombrados profesionales en el área como el psicopedagogo Francesco Tonucci o el teólogo Miret Magdalena. Ambos habían venido a Vigo para recoger el premio Cuña Novás a la Defensa de los Derechos de la Infancia, creado por la Asociación en homenaje al gran poeta y senador".

"Sin embargo, a punto de cumplir 74, no tengo la sensación de haber perdido ninguno de mis días o siquiera ni un solo segundo. No existen en mi mente caminos alternativos o situaciones hipotéticas, ni en mi vocabulario las palabras "si tuviese treinta años". A pesar de que sé que unas breves memorias no significan sino el fin de un largo recorrido, tengo la tranquilidad de saber que en el libro de mi vida no hay ni una sola página en blanco".

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