Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El romanticismo de Rafael Tegeo

Se expone por primera vez una muestra monográfica del artista murciano

"Hércules y Anteo".

Ningún ámbito mejor que el Museo del Romanticismo de Madrid para albergar la exposición que rescata para el gran púbico la figura del artista Rafael Tegeo (1798-1856), pintor que fue uno de los introductores de la sensibilidad romántica en la España del siglo XIX. Se trata de la primera exposición monográfica que se celebra de este artista nacido en la murciana Caravaca de la Cruz. El Museo del Romanticismo había adquirido una de las obras religiosas fundamentales de Tegeo, la "Virgen del jilguero", de su época italiana, una adquisición a la que se sumó la donación de los retratos donados de Jacinto Galaup y de su esposa María del Pilar Ordeig. Con esta base, los responsables del museo se plantearon el reto de reunir la obra más destacada de Rafael Tegeo, diseminada en instituciones como el Museo del Prado, Patrimonio Nacional, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en colecciones privadas españolas y extranjeras. Ahora se expone en varias estancias del Museo del Romanticismo, estableciendo un recorrido a través del cual se pueden confrontar los cuadros de Tegeo con los de otros autores consagrados que alberga este museo.

Es poco y mal conocida la biografía de este pintor, por lo que la leyenda ha sustituido en ocasiones a los datos objetivos sobre su vida y su obra. Se sabe que después de su aprendizaje en Murcia y en Madrid tuvo un periodo de formación en Roma entre 1822 y 1827, años en los que asimiló las influencias de los grandes maestros del Cinquecento, del Neoclasicismo italiano y de Jacques-Louis David, y que a su regreso a España pintó obras mitológicas y religiosas para el infante Sebastián Gabriel y los duques de San Fernando de Quiroga. Destacan entre las primeras "Antíloco lleva a Aquiles la noticia del combate sobre el cadáver de Patroclo", "Diomedes, asistido por Minerva, hiere a Marte" y "Combate de lapitas y centauros". Como ocurrió con otros artistas del pasado, Rafael Tegeo fue ignorado durante muchos años, tras su muerte, después de un periodo de encumbramiento en los años 30, cuando realizó los encargos del infante Sebastián Gabriel y las obras decorativas para el Casino de la Reina y el Palacio Real de Madrid. A su silencio artístico durante las épocas absolutistas colaboró en no poca medida su oposición a Fernando VII y su militancia y compromiso político con el Liberalismo (llegó a ser concejal del ayuntamiento de Madrid). Su figura fue rescatada en 1999 a raíz de la publicación de la biografía "Rafael Tegeo, un pintor en la encrucijada", del crítico de arte Juan Carlos Aguilera Rabaneda, y de la obra "Rafael Tegeo. Del tema clásico al retrato romántico", de Páez Burruezo . Entre los géneros practicados por Tegeo destacan el histórico y el religioso, con especial atención, en ambos, del tratamiento del cuerpo masculino, como se manifiesta en su obra mitológica "Hércules y Anteo", que pintó con motivo de su ingreso como miembro honorario de la Real Academia de San Fernando. También practicó asiduamente el retrato, sobre todo al aire libre en paisajes románticos, especialidad en la que cosechó una gran popularidad en la emergente sociedad burguesa de la época y en la que arriesgó a captar la dimensión sicológica de los modelos. Gracias a esta especialidad sobre todo, fue nombrado pintor de cámara de la reina Isabel II en 1846, aunque durante este periodo abordó algunos de sus mejores cuadros históricos, como "Episodio de la conquista de Málaga", una obra que fue redescubierta en el año 1992 y que no se volvió a mostrar en público hasta ahora.

Compartir el artículo

stats