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Max Beckmann: el artista en el exilio

El Museo Thyssen abre en Madrid una exposición con las mejores obras del artista alemán

"Autorretrato con corneta", 1938

Con la abdicación de Guillermo II tras la revolución de noviembre de 1918, la nueva constitución alemana transformó el país en una república federal parlamentaria que liquidaba el periodo imperial y daba paso a la República de Weimar (por la ciudad en la que se firmó la constitución), que se prolongó hasta 1933, cuando los nazis tomaron el poder. Fue una época de turbulencias y de crisis económicas durante la que, sin embargo, se registraron importantes avances sociales y se ampliaron las libertades públicas, y durante la cual Alemania vivió una etapa de esplendor en las artes y en las letras. El impulso artístico de movimientos como la Bauhaus, el expresionismo y la Nueva Objetividad dio al país algunos de los artistas más apreciados internacionalmente, cuyas obras son aún hoy objeto de asombro. La llegada de Hitler al poder terminó con esta etapa de creatividad y paralizó la actividad de los artistas, muchos de los cuales tuvieron que exiliarse por sus ideas izquierdistas o por sus orígenes judíos. Entre ellos estaba Max Beckmann (Leipzig, 1884-Nueva York, 1950), autor de una obra pictórica personal, realista pero de resonancias simbólicas a través de cuyas alegorías pretendía pintar el aspecto sensorial del mundo, lo visible, como representación de lo invisible. Una importante selección de sus obras llega ahora al museo Thyssen Bornemisza de Madrid.

Etapas de una vida

La primera sección de esta exposición recoge algunos autorretratos de Beckmann ("Autorretrato con copa de champán", "Autorretrato como payaso") y su obra más temprana, creada antes de la Primera Guerra Mundial y también durante los años de la República de Weimar, cuando la industrialización y la entrada de Alemania en la modernidad provocaron un éxodo del campo a la ciudad y transformaron el país en una potencia en ciernes. Beckmann recoge estas circunstancias en los cuadros de esta primera etapa en la que se aprecian sus lazos con la tradición y una profunda influencia de Cézanne. En 1913 consiguió el reconocimiento en todo el país y fue considerado como el más destacado representante de la Nueva Objetividad, sobre todo con los cuadros de escenas callejeras de la ciudad de Berlín ("La calle", "Carnaval en París"). Voluntario en la Gran Guerra, al finalizar ésta se instaló en Frankfurt, donde conoció a su segunda mujer, Mathilde von Kaulbach, conocida como Quappi, modelo de algunos de sus cuadros (antes estuvo casado con la soprano Minna Tube). Entre 1933 y 1937 Beckmann aportó un nuevo formato pictórico: el tríptico (tres de los diez que se conservan se pueden ver en esta exposición), una referencia al arte medieval alemán gótico y renacentista.

Pinturas del exilio

Destituido de su cargo en la Escuela de Frankfurt, el régimen nazi prohibió la exposición de las obras de Beckmann, las retiró de las colecciones públicas y las incluyó en la muestra itinerante de "arte degenerado", abierta en la Haus der Kunst de Munich en julio de 1937, con la que se pretendía descalificar el cubismo, el impresionismo y el surrealismo y a artistas como Paul Klee, Kandinsky, Marc Chagall o Edvard Munch. El mismo día de la inauguración, el 19 de julio, Beckmann decidió abandonar el país y exiliarse primero en Amsterdam (1937-1947) y finamente en los Estados Unidos (1947-1950), donde ocupó la cátedra de pintura de las escuelas de Arte de la Washington University y del Brooklin Museum. El grueso de la exposición pertenece a esta segunda etapa del pintor. Relacionadas con sus obras del exilio son las cuatro metáforas bajo las que se agrupan sus pinturas de estos años: Máscaras, Babilonia eléctrica, El largo adiós y El mar.

'Máscaras' trata de representar la pérdida de identidad del exiliado a través de figuras como el artista ambulante o el actor de circo, que actúan ante el público siempre bajo un disfraz. A esta serie pertenecen "Begin the beguine" y el tríptico "Carnaval". 'Babilonia eléctrica' (alusión al exilio de los judíos en Babilonia) retrata al exiliado en la ciudad moderna, en el laberinto de bares, salas de juego, salones de baile y locales de espectáculos, donde todo es brillo de lentejuelas y fuegos artificiales, los ambientes con los que se encuentran quienes vienen del campo a la ciudad. En esta serie se inscriben "Gran varieté con mago y bailarina", "El hijo pródigo" y "Noche en la ciudad". 'El largo adiós' relaciona el exilio con la muerte a raíz del axioma "partir es morir un poco". A esta serie pertenece su díptico compuesto de "Nacimiento" y "Muerte", y también "Vampiro" y "Globo con molino". Por último, 'El mar' es una alegoría del infinito, del lugar sin límites. "El traslado de las esfinges", "Camarotes" y "Hombre cayendo" pertenecen a esta serie, donde se ha instalado también su tríptico "Los argonautas", que el artista finalizó el 27 de diciembre de 1950, el mismo día en que un infarto fulminante terminó con su vida cuando paseaba por las calles de Nueva York.

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