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Óscar Graña // Campeón del mundo de piragüismo y policía nacional

El ángel custodio del río Lérez

Cree "excesivo" que lo tomen por un héroe, pero renunciaría a todas sus medallas antes de dejar morir a las dos personas que ha rescatado arriesgando su propia vida

Óscar Graña, durante una regata.

Existe una suerte de hilo de seda, tan fino y delicado, que separa y une el comportamiento heroico del que no lo es, que en ocasiones brotan casos en los que el propio héroe no acaba de reconocer del todo su condición y cree que lo que ha hecho no es un acto heroico, sino algo que "cualquiera hubiese hecho en mi situación", aunque sepa y le conste, consciente o inconscientemente,que no es así: que no, que no todos lo harían. "Bueno, a mí no me molesta que me consideren un héroe, si acaso lo que me parece es excesivo-consiente-, lo que pasa es que, a nivel íntimo, yo me lo tomo como algo normal, con la lógica y profunda satisfacción personal que uno siente, obviamente". Este campeón mundial ha salvado, arriesgando la suya, dos vidas en el río Lérez, "que parece tranquilo pero a veces es traicionero", y sin embargo nunca ha atendido tal avalancha de entrevistas y reportajes como los que se ha visto abocado a comparecer en los últimos días. Pese a ello, no ha perdido sus amables modales, y proclama a los cuatro vientos que "¡Por supuesto que renunciaría a todas las medallas que he ganado por haber tenido la oportunidad de rescatar a estas dos personas!".

Habrá quien achaque esta modestia a su profesión de policía nacional, una de cuyas misiones consiste precisamente en salvar vidas, aunque "he de reconocer que, en todos mis años de profesión de policía, jamás me he visto en una tesitura de este calibre, sobre todo por la inmediatez ante la que hay que tomar la decisión. Pero es que ser policía forma parte de mí, es lo que siempre quise ser desde muy pequeño, antes incluso de empezar a practicar piragüismo". Y algo de eso habrá, claro, pero si se echa un vistazo a su otra trayectoria, la deportiva, encontramos claves comprensibles. Porque a este Óscar Graña, desconocido para el gran público, y paradójicamente uno de los deportistas más internacionalmente laureados en toda la historia del deporte español, llegar a meta entre los mejores le ha costado años de esfuerzo, perseverancia y sacrificio con resultado de éxito que, como de bien nacido es ser agradecido, "se lo debo a la policía. De hecho, mi primer triunfo internacional se produjo un año después de mi ingreso en el Cuerpo, donde siempre me han dado todo tipo de facilidades para poder entrenar y prepararme físicamente para las pruebas". Tanto es así que, hasta casi arañada la treintena, que es cuando la mayoría de los atletas afrontan la última curva de sus carreras, a Óscar no le habían llegado aún sus primeras grandes gratificaciones: la medalla de plata del campeonato europeo de 2003 en Gadanks (Polonia) y la medalla de bronce obtenida en el mundial disputado en Bergen (Noruega). Ambas, en categoría de distancias largas, lo que, si de atletismo hablásemos, denominaríamos maratonianas (pues sí, también existe la Maratón en piragüismo).

Cuando Óscar Graña conquistó aquellas, sus dos pioneras medallas internacionales, acababa de cumplir, respectivamente, 27 y 28 años de edad. Hoy este pontevedrés de la quinta del 76 tiene 41 años y, aunque sus compañeros bromeen llamándole "el viejo", todos sospechan, pero que muy en serio, que en realidad le queda por delante un amplio y longevo porvenir, dentro del cual incluso cabe la insólita posibilidad de que se jubile antes de policía que de piragüista de alto nivel. "Compito con gente bastante más joven que yo, pero eso no me echa para atrás. Muy al contrario: me motiva, tanto para superarles a ellos como para superarme a mí mismo". afirma con orgullo.

No parecía ir por ahí, es decir, por la senda del triunfo, el futuro de aquel chaval que, a los 13 años, disputaba la que, recuerda, fue su primera regata seria en aguas de Vilagarcía de Arousa. Era aquel un circuito pequeño al que había que dar dos vueltas pero, cuando aún no había acabado la primera, se percató de que ya había sido doblado, lo cual le obligó a retirarse por mandato del reglamento. Mas lejos de amilanarse, Graña persistió, siguió entrenando, esforzándose cada vez más, solo que en lugar de insistir en las distancias cortas, las olímpicas, se especializó en las largas, que son las no salen en televisión. También llegó a otra conclusión: que rendía mucho más paleando en pareja que en individual, de manera que muy pronto se alió con Tono Campos primero, y desde hace 12 años, con Ramón Ferro, conformando un palmarés que impresiona al más desconfiado de los calculadores: ocho medallas en Campeonatos de Europa (tres oros y cinco platas) y once en Campeonatos del Mundo: (tres oros, cinco platas y tres bronces). Y eso que, en realidad, Graña Blanco se metió en el piragüismo por casualidad y la culpa disculpable de un instructor de balonmano que no llegó a tiempo: "Sí -recuerda entre risas con sonrisa- yo me había apuntado al balonmano pero, el día que nos citaron, el entrenador no apareció, así que decidí meterme en el piragüismo. Hoy digo que felizmente pero, bueno, a lo mejor resulta que yo valía para ala o pivot del Teucro".

El pasado lunes, Óscar Graña salvaba una mujer que se estaba ahogando sobre el río Lérez. Casi dos años antes, en julio de 2015, había hecho lo mismo con otra. No ha vuelto a hablar con ninguna de ellas. Ni le han buscado, ni él las busca: es un asunto que se toma casi como un deber profesional, si bien en ambas situaciones lo hizo durante su tiempo libre. Estaba, así pues, teóricamente fuera de servicio de su horario como policía, pero en el sitio y a la hora en los que había que estar para que dos personas puedan contar, a día de hoy, que viven para contarlo. ¡Vaya par de medallas!

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