Iria Quiñones, una de las más estrechas colaboradoras de Miguel Rosendo da Silva, el líder de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, conocida como los "Miguelianos", ha atribuido hoy a una estrategia "sibilina" las acusaciones de abusos sexuales, coacciones o irregularidades económicas que pesan sobre esta asociación de fieles.

En su declaración ante la Audiencia de Pontevedra, en la que se sienta como acusada de pertenencia a una asociación ilícita -delito por el que se enfrenta a dos de prisión-, Quiñones ha defendido que jamás tuvo conocimiento de que Miguel Rosendo realizara prácticas sexuales o exorcismos con las consagradas.

Durante más de cinco horas, la acusada ha señalado al capellán de la cárcel de A Lama, Isaac de Vega, por tener una "inquina personal" contra la asociación, impulsando un "proceso de destrucción silenciosa" con la que buscaba, ha dicho, "amargarnos la existencia".

A esta estrategia, según la consagrada, se sumaron posteriormente otros "agitadores" como las familias de algunas de estas pseudomonjas, que denunciaron el maltrato que estaban recibiendo en el seno de la organización.

"Fueron los peores meses de mi vida", ha explicado Iria Quiñones, que ha añadido que todas las integrantes de la orden estaban "perfectamente" y se mantenían en la órbita de la congregación "porque querían". Para la acusada, la "única facultad sobrenatural" que tenía Miguel Rosendo "era que rezaba", pero ha negado que éste se hiciera pasar por sacerdote, y ha reiterado que el líder de la orden "nunca" la invitó a "mirarle como alguien especial".

"Yo he vivido otra cosa"

A preguntas de las partes, la mujer ha calificado como "incomprensibles" las acusaciones de que Rosendo abusaba sexualmente de las consagradas para "purificarlas", como consta en las denuncias, ya que ha afirmado que "yo he vivido otra cosa". Los "trabajos" a los que se refieren las denunciantes, ha subrayado, eran "oraciones" que el líder de la presunta secta hacía "en privado".

La Fiscalía solicita para Miguel Rosendo, líder y fundador de la Orden y Mandato, 66 años de prisión por 21 delitos, entre ellos asociación ilícita, coacciones, agresión sexual y abusos sexuales continuados.

Junto a él, el fiscal acusa a otras seis personas, a las que atribuye un delito de asociación ilícita por colaborar con Rosendo en la gestión diaria de esta presunta secta y para los que pide dos años de prisión para cada uno.

Crisis de ansiedad

Dolores Espiñeira, una de las siete personas que se sientan en el banquillo de los acusados no ha acudido al juicio tras sufrir una crisis de ansiedad. Espiñeira, que está acusada de pertenencia a una asociación ilícita -la Fiscalía solicita dos años de prisión para ella-, ostenta también la condición de víctima de los supuestos abusos sexuales que, según ha ratificado ante el tribunal, sufrió por parte de Miguel Rosendo da Silva, líder de esta asociación de ámbito religioso.

La mujer, según han explicado su abogado, sufrió una crisis de ansiedad a lo largo del fin semana, tras relatar los episodios de abusos que habría sufrido en el seno de la organización. En estos momentos se encuentra bajo observación médica y los facultativos han recomendado su descanso para que la medicación le haga efecto, por lo que el tribunal de la Audiencia de Pontevedra ha excusado su presencia en las dos sesiones del juicio que están previstas para esta semana.

Dolores Espiñeira relató en su declaración, realizada el pasado viernes, las prácticas sexuales que el líder de esta presunta secta, Miguel Rosendo, realizaba con las consagradas para "purificarlas" y "sacarnos los demonios". "Lo único que fui capaz de hacer es llorar", explicó ante la sala, reconociendo que en su momento no denunció estos supuestos abusos porque a Rosendo "le tengo mucho miedo" y optó por mantener el "pacto de silencio que todos teníamos asumido".

Además de los abusos, la exdirectiva de la orden ha confirmado que Miguel Rosendo practicaba exorcismos con las consagradas o que tenía "normalizadas" conductas denigrantes hacia ellas.