Diego Freiría era buen amigo, además de compañero en el mismo club ciclista, del profesor e investigador José Antonio Vilán Vilán, cuya esposa Gelu Álvarez recordaba ayer que Diego y su marido iban uno al lado del otro el día del fatal accidente. "[José Antonio] iba pegadito a él", afirmó muy afectada.

Vilán sufrió severas lesiones en el siniestro que lo mantuvieron un tiempo en la UCI. Tras tres meses hospitalizado, en el Álvaro Cunqueiro y en el Meixoeiro, en junio podía regresar a casa, pero pendiente de operaciones y con sesiones de rehabilitación diarias. Y durante otros dos meses y medio ha estado ingresado en la clínica Guttman de Barcelona, especializada en neurorehabilitación. Regresó a Vigo estas navidades y aún deberá afrontar un largo y lento proceso de citas médicas con numerosos especialistas y más rehabilitación. "La recuperación por el momento ha sido sobre todo física, a nivel muscular, pero ahora lo que nos preocupa son los daños cerebrales, ya que tiene visión doble y borrosa, falta de equilibrio...", afirma su mujer, que también señala que presenta graves lesiones en el brazo derecho. El siniestro ha limitado la vida del profesor, que no puede hacer actividades cotidianas como conducir o leer. La recuperación es lenta, pero Vilán cuenta con el apoyo y la fuerza que le aporta su familia.