Dos hermanas naturales de Nigeria de 36 y 30 años de edad tendrán que sentarse en el banquillo de la Audiencia viguesa acusadas de captar en su país para obligarla a ejercer la prostitución en España a una menor de 17 años a la que supuestamente engañaron con la falsa promesa de que trabajaría como modelo. Y todo ello tras realizarle rituales de vudú, algo habitual en las mafias subsaharianas, con el objeto, sostiene la Fiscalía, de "conseguir su obediencia" bajo amenaza "de causarle mal a ella o a su familia". Aunque esta vista oral todavía no tiene fecha, el Ministerio Público ya formuló su escrito de calificación provisional, en el que pide para las dos procesadas penas que en total prácticamente suman 20 años de prisión. Racheal E., alias Silvia y que fue enviada a prisión provisional por esta causa, se enfrenta a 10 años de cárcel. Era presuntamente la madame. Para su hermana Betty E., acusada de colaboración con la anterior, se piden 9 años y medio. Asimismo, en concepto de responsabilidad civil, la acusación demanda que ambas indemnicen a la presunta víctima, que tiene la condición de testigo protegido en la causa, con 30.000 euros en concepto de daño psíquico y moral.

Ocurrió en 2015. La menor, de 17 años de edad, vivía en una pequeña población de Nigeria con sus padres y sus dos hermanos. Tras ser captada en una trama en la que colaboraron más personas que no fueron identificadas y antes de marchar para España la sometieron, relata la Fiscalía, a rituales de vudú. Fue concretamente en abril de ese año cuando la chica viajó a Lagos, donde le dieron 1.000 euros para el viaje y un pasaporte falso a nombre de otra persona mayor de edad. Desde allí voló a París y desde la capital francesa, ya en compañía de la principal acusada Racheal, a Madrid, donde ésta, siempre según el escrito de acusación, le retiró la documentación y el dinero que le habían dado.

Una abultada deuda

Fue entonces cuando la chica descubrió el engaño. Según la fiscal, Racheal le dijo que iba a dedicarse a la prostitución para pagar una deuda que ascendía a 62.500 euros. La menor se negó pero, se relata, la madame le advirtió de que si no lo hacía "le harían vudú a su familia", algo con lo que la habría coaccionado dada la creencia en este rito que existe en Nigeria.

Sin documentación, sin conocer a nadie, sin saber el idioma y temiendo por su vida por el ritual que le habían practicado en su país natal, describe el Ministerio Público, la joven fue presuntamente explotada sexualmente en un club de Las Rozas, en Madrid, donde la principal procesada trabajaba. Estaba alojada en un piso de la capital, "del que no tenía llaves ni podía salir sola", y le fue entregado un teléfono móvil, afirma la acusación, "para controlarla". Tres meses después de la llegada de la adolescente a España, y debido a que ésta comenzó a contar la situación que atravesaba a algún cliente del club madrileño, Racheal decidió presuntamente trasladarla a Vigo, donde vivía su hermana Betty. La menor viajó en autocar hasta la urbe olívica, a donde llegó el 4 de julio y donde ya la esperaba esta mujer en la estación de autobuses. La fiscal señala que Betty "gestionó y organizó la explotación sexual" de la chica en un club de la urbe olívica.

Pero ya no llegó a ejercer la prostitución en el local vigués. La menor había contado lo que le ocurría a un hombre con el que coincidió en el viaje en bus desde Madrid. Y éste presentó denuncia, lo que posibilitó que la Policía Nacional la liberase el 7 de julio cuando estaba en un piso de la calle Urzáiz de Vigo donde, afirma la Fiscalía, Betty se encargaba de su "custodia, supervisión y control". A raíz de estos hechos, la víctima sufrió un trastorno depresivo reactivo que se valoró en su grado máximo.