Las numerosas explosiones de cajeros automáticos atribuidas a la denominada "banda del gas" de Vigo resultan difíciles de probar tras su desarticulación. La juez de Primera Instancia e Instrucción 3 de ti no ve indicios de la participación de Héctor M.F., un joven vecino de Porriño e integrante del grupo en la voladura de un cajero automático en una entidad bancaria de Guillarei el pasado mes de febrero.

La Guardia Civil arrestó al joven, de 27 años, hace unos días por estos hechos y busca a un ciudadano luso como presunto cómplice, pero la magistrada no sólo le dejó en libertad tras pasar a disposición judicial sino que ha decretado el sobreseimiento provisional de la causa y el archivo de las actuaciones por falta de pruebas. Los investigadores deberán encontrar nuevos indicios contra el vecino de Porriño para reabrir judicialmente el caso o buscar otros autores.

El robo, uno más de la media docena que se les atribuyen aunque ahora se va desinflando el número de delitos que habrían perpetrado, tuvo lugar el pasado 25 de febrero mediante la "técnica del oxiacetileno", que consiste en el uso de la mezcla de acetileno con oxígeno, inyectado dentro del cajero del banco, con el fin de provocar la deflagración y lograr su destrucción para acceder a los cajetines del dinero. El botín ascendió a 31.000 euros. La Guardia Civil investigó durante casi 8 meses el violento robo y la localización de una vivienda cerca de Monçao (Portugal) donde había objetos utilizados en estos asaltos con gas resultó clave para llegar hasta Héctor M.F. En concreto se localizaron restos de un cajero, un inhibidor de frecuencias para inutilizar alarmas, una botella de acetileno y otra de oxígeno conectadas con una manguera y restos de una mecha con algunas huellas dactilares.

Héctor M.F., un hábil mecánico de vehículos, fue juzgado a principios de septiembre en A Coruña con otros integrantes de la "banda del gas". Entonces admitió su participación en la explosión de un cajero en O Porriño y aceptó con otro compañero 6 meses de prisión. El presunto cabecilla del grupo, juzgado también por retención ilegal de una mujer en un chalé de Nigrán, negó su participación y rechazó cualquier acuerdo.

Héctor M.F. , vecino de Porriño, tiene un largo historial en este tipo de robos, pero en el caso de Guillarei las gafas de su hijo que aparecieron tiradas en una calle cerca del establecimiento bancario donde se cometió el robo no es una prueba incriminatoria, según explica su abogado. De hecho aportaron diversos documentos, incluidos los que probaban que el niño estaba con su madre el día del robo.

El joven vecino de Porriño fue absuelto no hace mucho de un delito de receptación en relación con un coche robado utilizado en otro asalto y está pendiente de juicio por la explosión de otro cajero en Matamá (Vigo). Un caso en el que también se declara inocente, aunque sus huellas parecieron en algunas de las botellas de gas descubiertas en Monçao. Su letrado lo tiene claro: "Mientras estuvo en prisión, su pareja vendió bienes y muchas de sus herramientas acabaron en manos de amigos y conocidos".