Amelia C. M. se recupera en el hospital de Montecelo del susto de su vida. A sus 83 años de edad, esta mujer fue retenida en la madrugada del pasado domingo por varios ladrones que desvalijaron por completo su vivienda, llevándose desde dinero en efectivo a la comida que llenaba congeladores y neveras. La mujer no sufrió ninguna lesión, pero fue maniatada y amordazada. Una vez que el ladrón se fue de su casa (ella cree que había otras dos personas esperándole fuera) logró subir a gatas al segundo piso de la vivienda, quitarse la mordaza que tenía en la boca y pedir auxilio, siendo escuchada por en vecino que dio aviso a la Policía Nacional.

La Comisaría Provincial ya ha abierto una investigación para esclarecer estos hechos. Aunque no tiene lesiones, Aurelia permanecía ayer ingresada en Montecelo, en donde tuvo que ser atendida por el estado de ansiedad en el que se encontraba después de este terrible suceso.

La mujer todavía atiende un pequeño "furancho". Son más "reuniones de cuatro amigos", dice su hijo, que una actividad de restauración. El ladrón aprovechó esta circunstancia para colarse dentro de la casa y esperar a que ya no quedase nadie más que la octogenaria en esta vivienda, en la que reside sola.

Su hijo, José Manuel Ruibal, explicaba ayer los ladrones se hicieron con la llave que cierra el dormitorio en el que duerme Aurelia, en el primer piso de la vivienda. "Así evitaron que se pechase dentro", explica. Le ataron las manos y le pusieron algo en la boca para que no pudieran gritar. Luego afirma que comenzaron a revolver todo el interior de la vivienda. "Estiveron un bo rato na casa, porque levárono todo, non deixaron nada", dice su hijo. Asegura que vaciaron una nevera en la que había gran cantidad de productos alimenticios, así como un congelador con una gran cantidad de carne congelada.

Finalmente, revolviendo en la habitación de la mujer hallaron un sobre en el que guardaba el dinero. Su hijo afirma que los asaltantes pudieron hacerse con unos 4.200 euros en efectivo. Aún así, a uno de ellos le pareció menos botín del esperado. "Miña nai o que nos conta é que un deles se sentou ao carón dela na cama contando os cartos e que lle dixo: Aurelia, para min que estos son poucos cartos, fai memoria que ti tes que ter máis cartos".

Relata que la mujer intentó que sus asaltantes se marchasen diciéndoles que se fueran "ahora que xa tendes os cartiños, que moitas veces ven a durmir a casa o meu fillo e aínda se pode montar aquí un lío". José Manuel Ruibal considera que los autores del robo son personas que conocen perfectamente la casa y a la familia, dado que se dirigía por el nombre a la mujer y, además, conocía detalles sobre la familia como que "su hijo no viene a dormir aquí, que vive en Poio", tal y como le respondió el asaltante a la mujer.

Botón de la teleasistencia

Los asaltantes tomaron también múltiples precauciones para que la mujer no pudiera dar la voz de alarma. Aurelia es usuaria de la teleasistencia y escondieron el dispositivo telemático y el pulsador que utiliza para dar un aviso a este servicio en el caso de que le suceda algún percance. En la habitación, los ladrones también se hicieron con las libretas del banco y con el documento de identidad de la mujer, de tal forma que ayer sus hijos tuvieron que cancelar las mismas.

Los asaltantes no dejaron apenas ninguna estancia en la casa por revisar en busca de algo de valor. Llegaron hasta el desván de la vivienda y allí vaciaron incluso parte de un garrafón de aguardiente. Escondido, en un depósito de agua vacío, encontraron un último "premio gordo" que sumaron a su botín: una cubertería de plata con un peso de diez kilos que se llevaron junto a varias otras piezas de menaje del hogar.

Efectivos de la brigada de la Policía Científica de la Comisaría peinaron esa vivienda de A Valadiña de arriba abajo en busca de huellas y también se llevaron la cinta aislante con la que los ladrones ataron a la víctima.