La Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo ha condenado a 14 años de prisión y a 22 años de alejamiento de su víctima al exmilitar que violó reiteradamente a su empleada de hogar tras maniatarla y amordazarla. La sala le impone 10 años de cárcel por el delito de agresión sexual y 4 años por el de detención ilegal, ya que la mantuvo retenida varias horas en su domicilio de Travesía de Vigo, hasta que el novio de la joven logró rescatarla. El tribunal le impone también una multa de 240 euros por una falta de hurto, ya que cogió 2 euros del monedero de la chica, y fija en 100.000 euros la indemnización por las secuelas que todavía sufre la agredida.

El fallo del tribunal notificado ayer recoge en todos sus extremos las peticiones del letrado José Luis Pena, que ejercitó la acusación particular en representación de la víctima. La sentencia considera probado que Bruno Mouriño Pena contrató a la limpiadora solo para violarla en diciembre de 2012.

Precisamente el ataque sexual tuvo lugar el segundo día de trabajo de la joven. La El condenado, de 29 años de edad, cerró su piso con llave, la atacó pro la espalda cuando iba a marcharse, le propinó un golpe para derribarla -aunque ella intentó defenderse con un rodillazo- y le ató manos y pies con cinta aislante, amordazándola también. Después la amenazó, la llevó a su habitación, apagó su teléfono móvil y utilizó una tijeras para cortarle la ropa y agredirla sexualmente.

"Para empezar te has quedado sin batería", recoge el relato de hechos probados que le dijo a la víctima Bruno Mouriño al apagarle el móvil. Cuando la joven le indicó que su novio se iba a dar cuenta si no le llamaba, le replicó "bueno, la gente desaparece".

Precisamente el novio de la joven, preocupado porque no contestaba al teléfono acudió en su busca. Primero al barco de Cangas que creyó iba a coger, y después a la vivienda donde sabía que había empezado a trabajar. Precisamente al llamar por el telefonillo la oyó pedir auxilio, pues había conseguido aflojarse la mordaza mientras el agresor estaba en la cocina cenando un plato de espaguetis.

Aunque Bruno le aseguró que la joven ya se había ido y corrió a la habitación para volver a amordazarla, el novio de la víctima subió hasta la puerta del piso y la aporreó hasta que el acusado le abrió. Varios vecinos se habían sumado a él y habían alertado a la Policía Nacional. En el interior de la vivienda estaba la joven maniatada y desnuda.

Además de la versión de ésta, el tribunal señala que las pruebas de ADN delatan al agresor, así como la cinta aislante intervenida en la vivienda y el sujetador de la joven cortado con unas tijeras.