Un centenar de personas asistió ayer al funeral de Carmen Carballo Jueguen, que hace 19 años quedó parapléjica al ser tiroteada en su casa de Cambados por sicarios mientras desayunaba con su marido, Manuel Baúlo, que murió en el ataque. Esta mujer fue un nombre propio de la historia del narcotráfico arousano, no por su participación directa, sino porque varios parientes sí fueron protagonistas y víctimas: un sobrino también fue asesinado y un hijo está en la cárcel.