La Audiencia Provincial de Las Palmas concluyó ayer el "caso Kárate", con penas centenarias para tres de los cuatro acusados en el mayor juicio por pederastia celebrado en España y "exhortando" al legislador a endurecer el castigo para "depredadores sexuales" como Fernando Torres Baena. A los tres condenados, la sala impuso el máximo castigo por los hechos, de manera que el principal imputado, Torres Baena, deberá cumplir 302 años de prisión; su mujer y monitora, María José González, 148, y la también profesora de artes marciales Ivonne González, 126 años. El cuarto acusado, el monitor Juan Luis Benítez, fue absuelto en la sentencia que fue leída ayer por el tribunal en audiencia pública, ante las acusaciones, la defensa y los cuatro procesados, así como público y medios de comunicación. El fallo contó con el voto particular del presidente de la sala, Emilio Moya, que suscribe todo su contenido, salvo la absolución de Benítez.

El tribunal ve culpables de múltiples delitos de abusos a los condenados, que la sentencia define como una sucesión de "megaabusos", "sin precedentes en la historia jurisprudencial del país": medio centenar de personas sometidas "a relaciones sexuales indiscriminadas", sin importar "la edad o el sexo", durante casi 20 años.

La Audiencia entiende que Torres Baena se comportó con los alumnos de su academia de artes marciales como "un depredador sexual" y organizó con ellos "auténticas orgías" sin importar su edad o género, creando así una "cuasi secta sexual". La sentencia de 199 páginas resalta que este excampeón nacional de kárate se aprovechó de su "condición de héroe deportivo" y de su "ascendencia emocional" sobre sus alumnos, muchos menores, para "doblegar su voluntad" y satisfacer con ellos sus "deseos lúbricos".

El tribunal entiende que Torres Baena, su esposa e Ivonne siguieron un "plan preconcebido" para abusar de un grupo de alumnos, a los que presentaban como "los elegidos" e invitaban a ir los fines de semana al chalé de Vargas del principal acusado, donde ocurrieron la mayoría de los abusos. Los procesados generaban "miedo y respeto" sobre sus alumnos, a los que "abroncaban" y obligaban a "entrenar horas y horas" si se negaban a mantener relaciones .

Baena, relata la sentencia, captaba a sus víctimas "desde muy temprana edad" e instruía a sus elegidos sobre cómo "la práctica del sexo en el más amplio sentido de la palabra" "mejoraría su vida" y les haría "mejores luchadores".

El principal procesado también aprovechaba su ascendencia como "sensei" (maestro de artes marciales) de prestigio para anular los vínculos con sus familias, diciéndoles que sus padres "no eran nada". Para el tribunal, el daño sufrido por las víctimas es "difícil o imposible de reparar". Algunas no han vuelto a tener parejas o a mantener relaciones sexuales y siguen traumatizadas, por lo que se exige a los procesados que paguen a los perjudicados cantidades entre 10.000 y 50.000 euros. El tribunal también ordena la clausura definitiva del gimnasio. La sala, a través de su presidente Emilio Moya, hizo un reconocimiento público y elogió la valentía de la primera alumna que denunció.