El rugido de los motores de las lanchas rápidas en aguas de la ría de Arousa parece querer recuperar su protagonismo. Tres años habían pasado desde la última captura de un barco con varias toneladas de cocaína a bordo hasta que cayó a principios de esta semana el Ratonero con 3.600 kilogramos a bordo, que iban a ser alijados por una planeadora que consiguió huir hacia Madeira.

La lancha se aventuró bastante más lejos de lo habitual, presumiblemente con el objetivo de evitar que la nave nodriza pudiese ser abordada por las fuerzas de seguridad del Estado, algo que finalmente ocurrió.

Desde que se desarrolló la operación Tabaiba, en la que se asestó un duro golpe a la organización de narcotransportistas gallegos más importante, la ruta gallega de la coca había pasado a un segundo plano para los colombianos. Pero todo apunta, y las fuerzas de seguridad trabajan con esa hipótesis, que las organizaciones gallegas están volviéndose a rearmar para volver a ganarse la confianza de los colombianos pese a que la introducción de cocaína por aguas gallegas se encuentra "bastante quemada".

Las organizaciones han pagado la presión que las fuerzas de seguridad ejercieron sobre ellas durante toda la década pasada, con especial virulencia entre los años 2001 y 2007, cuando cayeron más de una veintena de embarcaciones que se dirigían a las costas gallegas para alijar.

El alijo más importante localizado durante esos años fue el South Sea, pesquero capturado en octubre de 2003 con 7.500 kilogramos de cocaína a bordo, pero también cayeron el Abrente en 2001, el Rapanui y Chadband en 2003, el Poseidón I en 2007, el Río de Manzanares en 2008 y el último, hasta esta semana, el Doña Fortuna.