Apenas una hora duró la intervención de los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Santiago de Compostela que ayer acudieron al cementerio municipal de Cangas a realizar la exhumación del cadáver del armador Manuel Joaquín Núñez Fontán con el objeto de comprobar si es el padre de una mujer que reclama su paternidad. En el camposanto estuvieron presentes la demandante de filiación, la presunta hija del fallecido Áurea Isabel Rodas, además de los funcionarios del Juzgado número 2 de la localidad canguesa.

Con precisión, los forenses extrajeron piezas dentales y el fémur limpio del cadáver, que introdujeron en cajas precintadas. Está previsto que el próximo 16 de marzo Áurea Isabel Rodas acuda al Instituto de Medicina Legal para que le extraigan sangre y así cotejar su ADN con el del fallecido. En el cementerio no hubo sorpresas y todo el proceso se desarrolló con normalidad. La demandante se negó a realizar declaraciones, no así su hermanastra, que relató que su madre había servido durante tiempo en la casa del armador y que él siempre se negó a reconocer la paternidad.

La exhumación es consecuencia de un proceso de demanda de filiación que se inició en el Juzgado número 1 de Cangas. Aún con vida, Manuel Joaquín Núñez Fontán tuvo que ver como la juez, en mayo de 1999, le otorgaba la razón a su supuesta hija, mientras él se negaba de forma reiterada a realizar la prueba de paternidad escudándose en su delicada salud. El armador apeló a la Audiencia y el caso estaba en este trámite cuando falleció. Fue precisamente este último tribunal quien ordenó la exhumación con el fin de resolver el caso.

El armador siempre esgrimió ante los tribunales que la demanda obedecía a posibles móviles económicos. Los abogados de la mujer mantuvieron que este argumento carecía de sentido. Considera que el empresario, en calidad de titular de sus bienes, después de transcurrir nada menos que cuatro años desde que se inició el procedimiento –en el año 2005–, pudo adoptar las medidas y decisiones legales que estimó convenientes para que la demandante no se viera mínimamente beneficiada a su muerte.

Respecto al hecho de que la demanda de filiación tardara en producirse, los letrados afirman que la presunta hija siempre esperó a que la filiación se hiciese de manera voluntaria, algo que se alentó desde el ámbito familiar del empresario.

En la demanda no se habla en ningún momento de reclamación de herencia. En su momento, la propia madre del demandado, Inés Rodas Boubeta, señaló en el juzgado con el dedo a su hijo como padre de Áurea. La exhumación resolverá ahora la incógnita.