Han pasado tres años desde que Santiago Miguélez, un niño de ocho años, perdió la vida al ser atropellado por el autobús escolar que lo acababa de dejar en el colegio de Cercio (Lalín), donde estudiaba. El conductor y la acompañante del autocar se sentaron ayer en el banquillo del Juzgado de lo Penal número 1 de Pontevedra para responder por un supuesto delito de homicidio involuntario por imprudencia grave. El fiscal pide para cada uno la pena de un año y medio de prisión y el pago de una indemnización, conjunta y solidaria, de 100.000 euros. Inicialmente el Ministerio Público solicitaba tres años de cárcel.

El conductor, José Luis G.M., declaró que la jornada transcurría cómo la de cualquier otro día: paró en medio de la calle el autobús para que los niños – había catorce ese día– bajasen, lo que hacían por la puerta de atrás, y dado que debían cruzar pasaban por delante del autocar hasta el colegio. Antes que ellos, como también es habitual, bajaba la acompañante, la otra acusada, que los acompañaba y vigilaba hasta que entraban en el recinto escolar. Fue al arrancar cuando notó que la rueda de atrás pasaba por encima de algo y "pensé que era una bolsa de basura". Inmediatamente después vio por un espejo que había atropellado a un niño.

"No sé lo que pasó, de dónde salió, para mí fue un misterio" rememoraba ante el juez. Fue más tarde, añadió a preguntas de los letrados, cuando un guardia civil le comentó que quizás el pequeño había salido del colegio para recoger un "Actimel" que se le habría caído y que estaba a su lado. "No sé", dijo. José Luis G.M. lamentó lo ocurrido y aseguró que la acompañante que estaba con él ese día es "la más seria y segura de las que han trabajado conmigo".

La mujer, por su parte, declaró que el día del atropello "Santiago fue el último en entrar en el patio escolar". Está segura de que lo vio "porque le ayudé con la mochila". No sabe, añadió, por qué salió del colegio, pero señaló que cuando ella se subió al autobús no estaba al lado, ni agachado cerca de la rueda "porque lo habría visto al dirigirme a la puerta".

Al igual que su compañero dio por buena la explicación de que, quizás, salió corriendo a coger algo que se le cayó: no puede asegurarlo porque no lo vio.