Violento asalto en la localidad pontevedresa de Porriño. Un hombre de 78 años de edad, Manuel Alonso Lorenzo, vecino de la parroquia de Chenlo, vivió la madrugada del pasado sábado la peor experiencia de su vida cuando dos encapuchados irrumpieron en su dormitorio mientras dormía profundamente. Los ladrones le despertaron, le ataron de pies y manos con unas bridas y amenazaron con cortarle un dedo si no entregaba todo el dinero que guardaba en la casa. La víctima, un carnicero jubilado que vive solo, cobra una pensión como autónomo y precisamente el día anterior había acudido a una entidad bancaria, pero solamente tenía en su domicilio la cantidad de 172 euros que finalmente robaron los individuos.

Los encapuchados, que ocultaban sus manos con guantes, no dejaron de intimidar al septuagenario y uno de ellos le mostró el machete con el que amenazaba con amputarle un dedo si no prestaba la colaboración que ellos esperaban. Durante todo ese tiempo, el jubilado permaneció atado de pies y manos en su propia cama. Desde allí vio como, en la búsqueda del botín, los ladrones le destrozaron el antiguo televisor que tenía en la habitación, además de romperle el teléfono. "Minaron la casa", cuenta este vecino de Porriño, al tiempo que explica que le "vaciaron" todos los armarios y la nevera y hasta le desmontaron los cuadros para comprobar si allí había billetes escondidos.

Manuel Alonso vivió una auténtica pesadilla. "Me quitaron de la cama para ver si allí guardaba el dinero que ellos creían que debía tener. Fueron unos momentos que quiero olvidar. Jamás me había pasado nada parecido", relataba ayer rodeado de un grupo de amigos.

El hombre calcula que los encapuchados tardaron una hora en registrar su vivienda de madera, que consta de planta y sótano y cuyo jardín está rodeado por un muro construido en piedra y alambre. Durante ese largo período de tiempo los ladrones no dejaron nada sin revisar. Incluso bajaron al sótano y rebuscaron en su coche, un Citroën C3 que utiliza para trasladarse a diario a casa de sus hijos –que viven a medio kilómetro en la confluencia de Mosende (O Porriño) con Ribadelouro (Tui)– y con el que también suele acudir a la feria de ganado de Santiago para surtir de mercancía la carnicería de su hija.

Eternidad

La víctima relata que al cabo de un tiempo que le pareció "una eternidad" los dos individuos se dieron por vencidos y abandonaron la infructuosa búsqueda. Antes de abandonar la casa con los únicos 172 euros que había allí, los ladrones decidieron cortar las ligaduras que impedían moverse al septuagenario.

Los asaltantes, que entraron en la casa rompiendo el doble cristal de una ventana, se marcharon al parecer en un coche que les esperaba en el exterior, donde posiblemente había otra persona al volante. La víctima paso el resto de la noche en su casa "un poco durmiendo y otro despierto" y esperó hasta las nueve de la mañana de ese sábado para recorrer a pie la distancia que separa su vivienda de la de sus hijos, a quienes explicó todo lo sucedido.

El yerno de este porriñés fue quien dio aviso a la Guardia Civil ese mismo sábado por la mañana. Aunque los nervios del jubilado estaban a flor de piel, no quiso acudir al médico y prefiere olvidar lo ocurrido. De hecho, ya hace vida normal. "Ha tenido mucha suerte", concluye uno de sus hijos.