La investigación abierta por la Guardia Civil tras la muerte de un niño atacado por un pit bull de la familia en una vivienda de Pazos de Borbén el pasado sábado dio ayer un nuevo paso. El padre del pequeño I. R.M., que tenía 23 meses, acudió a la Comandancia de Vigo a prestar declaración y salió imputado por un presunto delito de homicidio por imprudencia. Los agentes que le interrogaron le comunicaron su situación y está en libertad a la espera de ser citado por el Juzgado de Instrucción número 1 de Redondela, que abrió diligencias para determinar si existe alguna responsabilidad penal por el trágico suceso.

Aunque no han trascendido las circunstancias de la imputación, la Policía Judicial de Vigo, que se hizo cargo de la investigación, habría detectado diversas irregularidades. Entre ellas destaca que el padre del menor fallecido y propietario del perro carecía de licencia para tener animales potencialmente peligrosos. También podría sumarse un insuficiente control del entorno familiar para evitar el ataque del pit bull.

Entre los requisitos para obtener la licencia es obligatorio pasar un examen psicológico y suscribir un seguro de responsabilidad civil por valor de 120.000 euros. El hecho de que el animal tuviera chip y estuviera registrado en Vigo podría obedecer a un cambio de dueño.

Además del padre del pequeño Iago, también prestó ayer declaración la madre del menor. Antes lo habían hecho sus abuelos maternos, en cuya finca de la parroquia de Mosteiro en Pazos de Borbén tuvo lugar la muerte a dentelladas del niño.

I. R.M. se encontraba aquella tarde al cargo de su abuela, junto a otros dos primos suyos de 2 y 4 años de edad. La primera versión de la mujer poco después del trágico accidente a los agentes de la Guardia Civil incidía en que el perro estaba encerrado en un recinto al aire libre de hormigón, en cuyo interior disponía de una caseta, y cercado por una verja de madera. Las estacas tenían entre sí espacio suficiente para que el animal sacara la cabeza. El niño se acercó y el pit bull lo enganchó por la cara y el cuello y lo mató.

Los momentos posteriores fueron de gran tensión y dolor. La abuela recogió al niño, lo tapó con una manta y salió con él a la carretera pidiendo ayuda. Una vecina alertó al 061, a la Guardia Civil, al marido de la mujer y a los padres del menor, que llegaron antes de que lo hiciera la ambulancia. El abuelo ahorcó al perro, mientras el padre del niño, desesperado, intentaba trasladado en su vehículo al hospital, cosa que impidieron los vecinos.

Mientras efectivos del 061 luchaban por reanimar y estabilizar al menor, su madre intentó arrebatar la pistola reglamentaria a uno de los agentes de la Guardia Civil para matarse al no poder soportar el dolor de haber perdido a su único hijo.

Ante la tragedia familiar, la Guardia Civil y el juzgado de Redondela optaron por posponer unos días las declaraciones de toda la familia. Ayer, el padre del pequeño fue citado en la Comandancia de Vigo para testificar, y salió como imputado.